Cuando el árbitro acaba en prisión
Se cumplen diez años de la encarcelación de Robert Hoyzer por uno de los mayores escándalos arbitrales de la Bundesliga.

El 12 de febrero de 2005 se cumplió uno de los sueños más recurrentes de los aficionados al fútbol: un árbitro era detenido y metido en prisión preventiva. Se trata del colegiado alemán Robert Hoyzer, que fue juzgado y condenado a dos años y medio de cárcel por cooperación con una red de apuestas ilegales tras destaparse después de un más que sospechoso arbitraje de un encuentro copero entre el Hamburgo y el Paderborn.
La historia comienza en agosto de 2004, cuando estos equipos se ven las caras en la primera ronda de la Copa de Alemania. A priori, un equipo de la tercera división germana como el Paderborn no debía poner en apuros al Hamburgo, en los primeros puestos de la Bundesliga; de hecho fue así durante los primeros minutos con el Dinosaurier colocando el 0-2 en el marcador a mediados de la primera parte, pero fue entonces cuando comenzó el show de Hoyzer.
El colegiado señaló un penalti más que dudoso a los locales, que no desaprovecharon la ocasión, y antes de sacar de centro, el Hamburgo se quedaba con uno menos al ver cómo Hoyzer expulsaba con roja directa a su delantero Emile Mpenza. El Paderborn empataría antes del descanso para marcar dos tantos más en la segunda mitad, uno de ellos a raíz de otro penalti inexistente. Cuando sonó el silbato final, el 4-2 se iluminaba en el marcador, pero el gran derrotado de aquel día no fue el Hamburgo ni el principal vencedor el Paderborn.
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Los pocos apostantes a favor de los locales ganaron una auténtica fortuna, algo que no pasaron por alto ni la federación alemana ni la Fiscalía de Berlín, que con el Mundial de 2006 a la vuelta de la esquina no quería dejar ningún escándalo coleando. El caso llegó a ser mediático y Hoyzer, entonces con 26 años, no aguantó la presión y terminó confesando que había sido captado por dos hermanos serbios, los Sapina, que habían montado una trama de apuestas y amaño de partidos. Según las instrucciones que siempre le llegaban por sms, el colegiado recibiría cambio de trucar el Paderborn - Hamburgo 67.000 euros, el acceso a coches de lujo y el servicio de prostitutas, algo en lo que los hermanos Sapina tenían buena mano.
Durante el juicio, Hoyzer vivió un doble papel: el de víctima y villano a la vez. Si bien se mostraba arrepentido por lo sucedido, también amenazaba con poseer grandes secretos que harían tambalearse al pulcro fútbol germano, insinuando que sabía que muchos partidos de muchas competiciones también habían sido amañados, algo que hizo reaccionar a las autoridades que no tardaron en detener al colegiado Dominik Marks por el trucaje de un partido de juveniles y en investigar a varios futbolistas, llegando a arrestar a uno de Tercera División.
Finalmente, el juicio condenó a Hoyzer y al mayor de los Sapina a dos años y medio de cárcel, mientras que los otros hermanos pasarían 18 años de prisión a régimen abierto. Por su parte, el Hamburgo fue indemnizado con dos millones de euros por la federación, que permitió repetir algunos encuentros de liga que se sabía que habían sido amañados. En aquellos años y durante un tiempo, los futbolistas germanos emplearon la palabra 'hoyzer' para dirigirse despectivamente a los colegiados, un asunto que llegó a tal extremo que la federación germana tomó la drástica decisión de sancionar con expulsión a todo aquel que citara a Robert Hoyzer en presencia de cualquier árbitro.