El último partido de la República Democrática Alemana

La RDA se despidió del fútbol internacional el 12 de septiembre de 1990 frente a Bélgica un año después de la caída del Muro

No todos los días se asiste al último partido de un futbolista profesional y mucho menos de un club de fútbol, pero lo que es más extraño es vivir el último partido de todo un país. Así ocurrió el 12 de septiembre de 1990 con la República Democrática Alemana, que se enfrentó en Bruselas frente a Bélgica antes de anexionarse a la Alemania Occidental, lo que suponía el final de la RDA como selección internacional después de la Unificación germana.

Tras 38 años de historia, la selección nacional de Alemania Oriental ponía punto y final a su carrera internacional. Casi ocho lustros desde que la RDA disputase su primer encuentro el 21 de septiembre de 1952 contra Polonia, perdiendo por 3-0 en Varsovia. De los 292 partidos jugados desde entonces, uno ha quedado señalado como histórico: la victoria por 1-0 ante la RFA en el Mundial de 1974, disputado en Alemania Occidental. "Estamos un poco melancólicos", comentaba Eduard Geyer, el seleccionador nacional de la RDA desde agosto de 1989 horas antes de engrosar las listas del paro ya que Alemania Occidental anunció que no contaría con sus servicios, no como ocurrió con su ayudante Eberhard Vogel.

Según Geyer, sus jugadores estaban especialmente motivados para el partido de aquella noche ya que para muchos era el último partido internacional que podían disputar: "Quieren despedirse dignamente", dijo, aunque reconoció que 9 de los 16 jugadores convocados para el partido de despedida habían rechazado participar en el mismo. Entre ellos estaban Andreas Thom y Ulf Kirsten, los dos mejores jugadores de la RDA que alegaron sendas lesiones para no acudir a la llamada del seleccionador. Por otra parte, Rainer Ernst, 56 veces internacional que sí que viajó a Bruselas, discrepó con su entrenador: "A estas alturas, no veo ninguna motivación para jugar con la RDA".

Aquel encuentro concluyó con el resultado de 0-2 para la República Democrática Alemana con un doblete del que años después ganaría el Balón de Oro Matthias Sammer, dos goles que fueron celebrados por todo el equipo germano, conscientes de que aquel era el último encuentro que disputaban como compañeros, el último partido que jugaban como país.

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