El Atlético de la Batalla de Glasgow

El equipo dirigido por Juan Carlos Lorenzo alcanzó ante el Celtic de Glasgow su culmen tanto en juego como en resultados

Hace 40 años el Atlético de Madrid lograba una gesta que sólo el actual equipo de Simeone ha logrado igualar: llegar a la final de Champions League. Para ello no dudaron en emplear dureza en defensa y talento arriba, la misma fórmula que utiliza el Cholo cuatro décadas después.

Para la nueva temporada, la directiva colchonera decidió encomendar las riendas del equipo al técnico argentino Juan Carlos Lorenzo, que llegaba de ganarlo todo con San Lorenzo y no tardó mucho en implantar su estilo de juego en el club rojiblanco.

Con Reina senior bajo palos y una defensa formada en el centro por Ovejero y Panadero Díaz, la gente de arriba como Luis Aragonés, Irureta, Ayala o Gárate sólo debían preocuparse de emplear su talento en crear ocasiones y marcar goles. Y funcionó bien ya que el Atlético terminó 2º en Liga y llegó a la final de Champions League, donde cayó en el replay frente al Bayern de Múnich, pero ya había dejado un capítulo en la historia antes de disputar la final ante los bávaros.

La contundencia e intensidad de este equipo alcanzó su culmen en lo que posteriormente se ha conocido como La Batalla de Glasgow. Era la ida de semifinales de la Copa de Europa y el Atlético visitaba al Celtic en Glasgow ante 73.500 espectadores escoceses, un marco hostil que los rojiblancos esperaron que no intimidase al colegiado turco Babacan, pero no fue del todo así.

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Ya en el minuto 7, Ayala vio la primera cartulina amarilla por una entrada al cancerbero escocés Connagahn y, más tarde, Panadero Díaz propinó una patada en las costillas a Johnstone que le valió la roja y levantó definitivamente la ira del público. El propio Johnstone reconoció: "A lo largo de mi carrera me dieron muchas patadas, pero nunca tantas en el mismo partido como hicieron aquellos argentinos del Atlético de Madrid en las semifinales de la Copa de Europa de 1974".

Finalmente, el Atlético terminó el encuentro con ocho jugadores al ser expulsados el propio Ayala, Panadero Díaz y Quique, que sustituyó a Gárate en el 62'. Tras el partido hubo agresiones entre jugadores de los dos equipos camino de los vestuarios e incluso la policía escocesa tuvo que emplearse contra los componentes del Atlético.

Pero lo importante era lo que marcase el electrónico, y en este lucía un esperanzador 0-0 tras el pitido final. Los colchoneros fueron tildados de violentos por la prensa británica y esta dureza la pagaron con seis bajas para la vuelta, con una multa de dos millones de pesetas (12.000 euros actuales) y con la amenaza de la UEFA de expulsarle de las competiciones europeas si el comportamiento de su hinchada no era el adecuado en la vuelta en el Vicente Calderón, o fue así. El 24 de abril la afición del Atlético reventó el recinto para ver a Gárate y Adelardo anotar los dos tantos que les colarían en la primera final de Champions de su historia.

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