Cuando Hitler señaló al Bayern como 'equipo judío'

El Bayern de Munich estuvo en el punto de mira de Adolf Hitler y el nazismo como consecuencia de sus orígenes judíos.

El Bayern de Munich estuvo en el punto de mira de Adolf Hitler y de la Alemania Nazi como consecuencia de sus orígenes judíos. Esta persecución se personifica en la figura del ex presidente Kurt Landauer. Rescatamos esta historia.

33 días aislado, sin poder alimentarse. 33 días sin saber si habría un mañana. 33 días sin saber si quería que lo hubiera. Fue apenas un mes, pero que le cambiaría la vida para siempre. Durante ese tiempo lo perdió todo. Le obligaron a abandonar su casa, sus tres hermanos fueron asesinados, su hermana desapareció y a él se le robó la libertad, el honor y hasta la esperanza. Le arrancaron hasta su propio nombre. Ahora se llamaba prisionero número 20009. Así fue rebautizado Kurt Landauer en el mismo momento en el que cruzó las puertas del campo de concentración de Dachau el 10 de noviembre de 1938, poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Por entonces, la Alemania nazi de Adolf Hitler se encontraba en pleno apogeo y Kurt Landauer había cometido un pecado mortal: era judío.

“Cuando más de esos perros matemos, menos tendremos que alimentar“, gritaba a diario un comandante de las SS a sus tropas, según relató años después un prisionero. Las arengas funcionaron. En el campo de concentración de Dachau fueron asesinados 41.500 prisioneros, otros tantos murieron como consecuencia de las condiciones infrahumanas en las que malvivían o víctimas de las heridas provocadas durante sádicos experimentos médicos. Kurt Landauer, sin embargo, logró sobrevivir. 33 días después de que fuera detenido se le concedió la libertad. El gobierno nazi descubrió que ese al que llamaban prisionero número 20009 había defendido el país luchando con el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial y se le permitió ‘escapar’ con vida.

Esos 33 días forman parte de la historia negra del Bayern de Munich y permanecían enterrados bajo ladrillos de miedo y vergüenza hasta que recientemente fueron sacados a la luz por Dietrich Schulz-Marmeling, autor de ‘Der FC Bayern und seine Juden‘ (el Bayern y sus judíos). “Todo lo que sucedió en aquella época quedó olvidado tras la guerra“, afirma el autor del libro. Y es que antes de que por culpa de su religión perdiera su identidad para convertirse únicamente en un número, 20009 era el presidente del Bayern de Munich. Y antes de eso, había sido futbolista, también en el conjunto bávaro. Según Karl-Heinz Rummenigge, Landauer fue uno de los mejores presidente de la historia del club y “el padre del FC Bayern moderno“. Pese a todo, al equipo muniqués siempre le había costado mirar de frente a lo sucedido durante los años del nazismo en los que casos como el de Landauer se convirtieron en habituales.

El Bayern de Munich tiene unos orígenes judíos. Dos de sus 17 fundadores eran judíos. Landauer, uno de sus primeros presidentes, también era judío, lo mismo que su entrenador, Richard Kohn -quien también estuvo en el FC Barcelona- y varios de sus jugadores. Aquel Bayern logró ser uno de los mejores equipos del país y se proclamó campeón de Alemania tras ganar al Eintracht de Frankfurt la final en 1932. Pero al mismo tiempo que ganaba partidos también se ganaba el odio de un partido nazi cada vez más poderoso. El 30 de enero de 1933 fue el final de la época dorada. Adolf Hitler alcanzó el poder y señaló al Bayern de Munich como “equipo judío”. El Bayern tampoco se esforzó demasiado por demostrar lo contrario.

Pese a que Landauer fue obligado a abandonar el cargo, sus futbolistas continuaron demostrándole fidelidad y el conjunto bávaro se convirtió en uno de los principales detractores del gobierno fascista. Según relata el periodista británico Raphael Honigstein, los jugadores del equipo muniqués se vieron involucrados en reyertas contra las Juventudes Hitlerianas, y el futbolista Willy Simetsreiter enfureció al Fuhrer al fotografiarse con Jesse Owens, quien había dejado en evidencia la superioridad aria al colgarse cuatro medallas en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Aunque el momento de mayor desafío al poder se vivió durante un amistoso que enfrentó al Bayern contra la selección de Suiza en Zurich en 1940. Los jugadores del conjunto bávaro no sólo se negaron a realizar el saludo nazi, sino que se acercaron a la grada para reverenciar a un aficionado que se encontraba entre el público. No era otro que ‘el prisionero 20009′ que permanecía exiliado en Suiza después de haber escapado del campo de concentración de Dachau. La Gestapo se vio obligada a intervenir.

Tras la caída del nazismo, Landauer regresó al Bayern de Munich en 1947 como presidente, 17 años después de haber sido expatriado y volvió la época dorada. El 21 de diciembre de 1961 murió en Munich convertido en el presidente más longevo de la historia del Bayern y uno de los que más hizo por el club. Sin embargo, sus méritos permanecieron ocultos puesto que, según el vicepresidente Fritz Scherer desde el club no se quería enfatizar su herencia judía por miedo a “reacciones negativas“. Afortunadamente, esa postura retrograda ya quedó atrás. El Bayern ensalza a Landauer como el mito que fue. Se ha bautizado una calle con su nombre, y también el estadio del TSV Maccabi Munich, un club judío de la ciudad, que fue inaugurado por las principales leyendas de la historia del Bayern de Munich. El legado de Kurt Landauer no puede volver a ser olvidado. Del mismo modo que él jamás olvidó los 33 días en los que fue el prisionero 20009.

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