Qué fue de los Balones de Oro de los Mundiales Sub'20

Repasamos la trayectoria de los mejores

Francia y Uruguay disputarán la final del XIX campeonato del mundo de fútbol Sub 20, y como siempre que este tipo de torneos llegan a su fin, la FIFA elegirá a los mejores jugadores, aquellos que por su acierto goleador o las buenas actuaciones efectuadas merecen llevarse a su país tanto la bota como el balón de oro al mejor jugador del campeonato.

Nos centraremos en este último premio, el galardón que acredita al mayor triunfador individual de la cita. Muchos grandes futbolistas han sido condecorados con el balón de oro del mundial juvenil, desde Maradona a Messi, pasando por Robert Prosinecki. La nómina es alta, pero sin embargo gran parte de los premiados no respondió después del cambio de categoría con una carrera plagada de éxitos. Hoy nos preguntamos...¿qué fue de los balones de oro del mundial Sub 20?

Vladímir Bésonov (1977)

Segundo encuentro del mundial de Italia 90. Argentina (vigente campeón) debe ganar a a la Unión Soviética si no quiere despedirse de la cita antes de tiempo. Las cosas se sitúan de cara para el cuadro argentino gracias al gol de Troglio, pero no es hasta el segundo tiempo cuando el camino se aclara definitivamente: Bésonov es expulsado y ese día se despide de la selección. La URSS futbolística está a punto de morir, y con esa muerte quedará para la historia un período que puede considerarse glorioso para su fútbol. En 1977 la Unión Soviética vence a México en la final del primer mundial juvenil; allí brilla Bésonov, un futbolista polivalente que puede jugar en el centro del campo y caer a banda derecha. Recibe el balón de oro de la competición.

Bésonov participará en el mundial de España, donde su equipo no podrá hacer frente a Sócrates y a discutidas decisiones arbitrales; algo que se repetirá también en los siguientes campeonatos. La URSS sin embargo hace historia en 1988, cuando alcanza la final de la Eurocopa. También el Atlético de Madrid se acordará de su permanente presencia en el campo el día que el Dynamo Kiev le ganó la final de la Recopa de 1986 contra pronóstico. El primer balón de oro de la historia del Sub 20 firmó una excelente carrera en su país antes de abandonarlo para jugar un breve espacio de tiempo en las filas del Maccabi Haifa.

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Romulus Gabor (1981)

Fue la estrella del Campeonato del mundo sub 20 de 1981. Lideró a la selección rumana, llevándola a la tercera posición y consagrándose como uno de los mejores goleadores y el balón de oro del torneo. Era un jugador talentoso que golpeaba con maestría el balón con ambas piernas. Tras volver a su país, la rigidez del sistema político evitó que la joven perla rumana pudiera dar el salto a uno de los grandes equipos europeos que tocaron a su puerta. Se mantuvo en el Corvinul Hunedoara, un humilde club en el que coincidió con talentoso futbolistas como Dorin Mateut o Rednic. La mayoría abandonaron el equipo, no así Gabor, que tocó fondo en 1985-86 cuando una desafortunada lesión en el tendón de aquiles cortó de manera definitiva su trayectoria. Llegó a ser la gran esperanza para Rumanía, pero fue una auténtica víctima de las circunstancias.

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Peixe (1991)

El mundial de 1991 será recordado por el éxito de asistencia y por sucesos aislados como la gran tangana de la selección argentina con Esnaider como protagonista. En Portugal se recordará a Figo, a Rui Costa o Joao Pinto, pero si hubo un jugador que brilló por encima de todos ellos fue el futbolista del Sporting Emilio Peixe, que fue designado al final del campeonato como mejor jugador por delante de Elber y Paulo Torres. Los aficionados españoles recordarán a Peixe gracias a su discreto paso por el Sevilla a mitad de los años noventa. El equipo hispalense había conseguido su clasificación para la Copa de la UEFA 1995-96, y buscó reforzar su plantilla aprovechando el tirón que el equipo tenía en el mercado europeo en ese momento. Fue un verano difícil para el sevillismo, ya que el equipo estuvo muy cerca de ser descendido a la segunda división B por causas administrativas. Finalmente no fue así y Peixe llegó para jugar en primera y en Europa, aunque se participación se redujo a una decena de encuentros.

Nicolas Olivera (1997)

Balón de oro en la edición de 1997, su aportación fue decisiva para que Uruguay llegara a la final, aunque una vez en ella el conjunto “charrúa” no fue capaz de doblegar a los Riquelme y Aimar. La buena actuación de Nico Olivera le permitió dar el salto a Europa y firmar un suculento contrato con el Valencia, aunque no llegó a tener oportunidades en Mestalla debido a la alta nómina de extranjeros con los que contaba el equipo. Salió al Sevilla, primero cedido y más tarde con un traspaso definitivo. En el sur de España alcanzó su mejor nivel e incluso llegó a formar junto a varios compatriotas una auténtica conexión uruguaya.

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Maradona y Messi (1979 y 2005)

Su historia con el mundial Sub20 y el éxito posterior es tan paralela en los dos casos, que hemos decidido otorgarles un capítulo conjunto en esta relación de balones de oro de los mundiales juveniles. En 1979 Maradona paró el mundo con sus actuaciones en Japón. Llevó a la albiceleste al título, en unos partidos que paralizaban el país, ya que gran parte de los aficionados madrugaban para disfrutar con las evoluciones del Pelusa y su compañero Ramón Díaz. Messi siguió sus pasos en 2005, un campeonato en el que logró el balón de oro, el premio al máximo goleador del torneo y por supuesto el título de campeón; fueron los dos balones entregados con un signo más acertado.

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Robert Prosinečki (1987)

De prometedora estrella del fútbol europeo a juguete roto de las grandes ligas. De aspirante a liderar el deporte a inicio de los noventa a estrella de anuncios de televión en los que él mismo se reía de su mala fortuna. Así era el inolvidable Robert Prosinecki. Su carrera es una montaña rusa de emociones, descensos al infierno y soleados amaneceres. En el Real Madrid apostaron por él, pero nunca pudieron disfrutar de su imaginativo toque de balón. Las lesiones al principio y una vida que se alejaba del prototipo de deportista sano no le hicieron ningún bien. En Oviedo resurgió, y fue allí donde en España pudo verse su mejor fútbol. Radomir Antic le ayudó a reencontrarse y a que ese mismo verano firmara por el Barcelona. En el Gamper los aficionados azulgranas se frotaban los ojos; el mejor Prosi había vuelto. Pero el espejismo era tan evidente que la caída fue todavía más grande. Ayudó a la renacida Croacia y se convirtió en todo un icono para las generaciones que lo recordaban. El balón de oro de 1987 fue para él, el mago del Estadio Nacional de Chile. De estrella “Plavi” a “Prosikito”.

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Paulo Silas (1985)

Brasil confirmó su dominio en la categoría al conquistar en 1985 su segundo campeonato del mundo juvenil. En aquella selección brillaba el joven Paulo Silas, y fue España la selección que sufrió el talento de la Canarinha en aquella final de Moscú de 1985. Silas tuvo una prlífica carrera que le llevó a disputar los mundiales de 1986 y 1990. Dio el salto a Europa tres años más tarde de ser galardonado con el balón de oro, concretamente en las filas del Sporting de Portugal. También se le recordará por formar parte de la brillante Sampdoria de Boskov que conquistó la Serie A en 1991-92.

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