El decadencia post-Mourinho
¿Hay vida después del técnico portugués?

El Real Madrid se encuentra a la caza de un nuevo entrenador tras los rumores que insisten en que José Mourinho no seguirá la próxima temporada y el futuro del club es una incógnita ya que la transición podría ser más difícil de lo que podría pensarse. El vestuario es un polvorín, y la crispación en la que ha vivido el Real Madrid desde que Mourinho aterrizó en España ha convertido a la entidad presidida por Florentino Pérez en una nave a la deriva. El carisma y la personalidad del portugués aglutinan la corriente de opinión de cada país en el que trabaja, por ello cuando deja de entrenar a un club se produce el proceso post-Mourinho, una época que hasta el momento fue complicada en prácticamente todos los equipos que entrenó.
Repasamos como resolvieron la situación y de qué manera afrontaron la salida de José Mourinho los clubes que le tuvieron como máximo responsable de su plantilla. El Real Madrid haría bien en tomar buena nota de experiencias pasadas, ya que la sombra del portugués suele mantenerse hasta mucho tiempo después de haberse marchado aparentemente sin dejar rastro.
El adiós al Benfica
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La primera experiencia de José Mourinho en los banquillos como máximo responsable de una plantilla llegó en Septiembre del año 2000 en el Benfica. Fue un período muy corto que le sirvió para conocer de primera mano la presión en un club de grandes dimensiones, con la responsabilidad de ser el primer espada. Llegó en sustitución de Jupp Heynckes a una plantilla en la que destacaban jugadores como Maniche, Miguel o Pierre Van Hoojidonk. Cuando Manuel Vilarinho se hizo cargo de la presidencia del club, Mourinho aprovechó para reclamar mejores condiciones en su contrato, lo que desencadenó en la ruptura con el Benfica sólo tres meses después de llegar. Según la directiva del club lisboeta, el Benfica no podía aceptar de ninguna forma el chantaje de José Mourinho, que fue sustituido por el ex-entrenador del Sevilla Toni.
Hablar de su legado en aquel club es complicado por cuanto su estancia fue muy corta, pero lo cierto es que el Benfica terminó la liga en la misma posición que Mou dejó al equipo, sexto. El equipo se encontraba en una grave crisis económica y terminaron saliendo los hombres más importantes. Pese a su inexperiencia, el portugués dejó una grata impresión entre sus pupilos. Con Maniche por ejemplo, tuvo una de sus primeras disputas por actos de indisciplina, pero el centrocampista consideró de gran importancia para su carrera posterior este toque de atención por parte de José. Robert Enke, el difunto portero que defendió en aquellos tres meses el marco del Benfica, valoró a Mourinho como el mejor técnico que nunca tuvo en su carrera, mientras que el campeón del mundo con España Carlos Marchena (que coincidió con el portugués a los 21 años) reconoció haber aprendido mucho en esta etapa. Toni, sucesor de Mou, sería sustituido por Jesualdo Ferreira en diciembre del año siguiente, y las águilas no volverían a conquistar un título hasta 2003-04, temporada en la que ganarían la copa.
União de Leiria como paso previo al Oporto
Tras abandonar el Benfica, José Mourinho estuvo cerca de firmar por el Sporting de Portugal, pero fue finalmente el humilde Leira el club que se hizo con sus servicios. Tras un buen comienzo en el que el equipo ocupaba la 5ª posición en el campeonato, la dimisión en el Oporto de Octávio Machado en enero de 2002 le abrió las puertas del conjunto de los "dragones". Se llegó a un acuerdo con el Uniao de Leira por el cual Mourinho, Nuno Valente y el goleador Derlei, recalarían en el Porto a cambio de tres millones de euros. Los acontecimientos se precipitaron y el de Setúbal se sentó por primera vez en el banquillo del estadio Das Antas en un encuentro frente al Marítimo. Tras su salida fue sustituido por su compatriota Vítor Pontes, que estaría en la entidad lo que restaba de temporada y tres más. El equipo notaría la salida de Mou ya que descendió muchos puestos en la clasificación, aunque al año siguiente obtuvo el mayor éxito de su historia al ser capaz de llegar a la final de la copa de Portugal, un trofeo que perdió precisamente ante el Porto de José Mourinho. Aquel corto período de tiempo en el Uniao de Leira está considerado como el trampolín determinante en la carrera del técnico portugués.
Tras la salida de Mou, el Oporto de Víctor Fernández no funcionó
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En 2004 tocaron el cielo en Gelsenkirchen. Los Deco, Carvalho, Vitor Baía o Costinha, repitieron el triunfo de 1987 y llevaron a Oporto la segunda Copa de Europa de su historia. José Mourinho comenzó su ascenso al estrellato, sorprendiendo al fútbol europeo con sus métodos y dotando de carácter ganador al fútbol portugués. Con su fichaje por el Chelsea, muchos integrantes de aquella mágica plantilla como Paulo Ferreira, Deco, Carvalho, o Pedro Mendes, siguieron sus pasos y firmaron rutilantes contratos con entidades de peso en el fútbol europeo.
El club por su parte decidió apostar por un técnico con una filosofía totalmente distinta a la de Mourinho, el español Víctor Fernández. Se contrató a Seitaridis, uno de los héroes griegos en la Eurocopa que se jugó ese verano en el país luso, también a Ricardo Quaresma o Pepe, pero el equipo fue una sombra de lo que se había visto en años anteriores. Perdieron la Supercopa de Europa y a duras penas lograron clasificarse para los octavos de final en la Liga de Campeones. La única alegría llegó el 12 de Diciembre en Tokio, cuando ganaron la Copa Intercontinental ante el Once Caldas colombiano. Fernández abandonó el club a finales de Enero y el Porto cerró la temporada sin ningún título más. La ausencia de Mourinho cambió por completo la realidad competitiva del club.
*ANÁLISIS: LOS FICHAJES QUE QUIERE HACER FLORENTINO*
El Chelsea se despide del mejor Manager de su historia
Llegó a Londres con un contrato millonario, y muy pronto se convirtió en el técnico más mediático del mundo. Su estancia en la Premier League coincidió con el nacimiento del Mourinho más provocador, porque si bien antes ya había experimentado algunas polémicas, fue bajo los focos de la prensa británica donde vivió sus primeras agrias discusiones. Wenger, Ferguson, Benítez... y hasta la policía que quería llevarse a su perro. José Mourinho ganó ligas y logró un lugar en el corazón de los aficionados blue, con un sólo punto negro en la parcela deportiva; no pudo ser campeón de Europa, ni siquiera tuvo oportunidad de jugar una final de la Liga de Campeones. Había comenzado la maldición de las semifinales.
Se despidió del club el 20 de Septiembre de 2007, recibiendo una indemnización millonaria y siendo sustituido por el israelí Avram Grant. Curiosamente, tras la salida del portugués, el club logró alcanzar por primera vez en su historia la final de la Champions League, pero José Mourinho siempre contó con el respaldo del entorno y de la afición, que le recordaron como el gran artífice de los éxitos del equipo en el nuevo siglo por encima de las inversiones efectuadas por Roman Abramovich. El Chelsea iniciaría un desfile de técnicos por Stamford Bridge, llegando a contratar hasta ocho entrenadores distintos contando al interino Ray Wilkins.
Pocos jugadores hablaron mal del portugués, y mucho menos los empleados y ayudantes del equipo. En esta época nace la corriente de opinión que sitúa el comportamiento de José Mourinho como un mero escaparate para alejar a sus futbolistas de la presión. Grandes periodistas y entrenadores rivales coinciden en el trato exquisito que el luso ofrece sin micrófonos delante, por lo que sorprende la actitud arrogante que presenta ante los medios. Ha nacido un mito que no pasará desapercibido para nadie, "The Special One".
Inter, Milán por Madrid
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Nuevamente la cima del fútbol europeo esperaba a José Mourinho en el Inter. Su salida de la capital de la Lombardía vino acompañada de lágrimas, palabras de respeto y una fiesta inolvidable con la tercera Copa de Europa del club. Mourinho conseguía lo que únicamente Helenio Herrera había logrado; levantar la máxima competición europea. Tras un período de éxitos maravilloso para la escuadra interista, aterrizó en San Siro Rafael Benítez. Lo hizo acompañado del flaco Mauricio Pellegrino como ayudante y con una gran ilusión en su equipaje. Pero el español sólo duró 17 jornadas en el cargo, tiempo suficiente para ganar el mundial de clubes eso sí, pero también para que la comunión entre el tridente técnico-afición-directiva se viniera abajo como un castillo de naipes. Leonardo se hizo cargo en diciembre, y el Inter fue eliminado de forma cruel en la Champions por el Schalke 04.
Ahora el Real Madrid se debate entre varios candidatos para el banquillo. El entrenador que llegue a la casa blanca tendrá que luchar en varios frentes: por un lado la dificultad de conciliar el éxito deportivo con la paz en el terreno social y la relación con los medios de comunicación. Por el otro, ser sucesor de José Mourinho, el hombre que ha calificado como un éxito rotundo llegar a tres semifinales de la Liga de Campeones ante el asombro de la crítica, pero que ejercerá en la sombra... lejos de los focos de la liga, lejos de Madrid y de los enemigos que no le han querido, su figura actuará con notable influencia en el futuro y en las decisiones de una de las entidades más poderosas del mundo.
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