El desmantelamiento del Borussia Dortmund
Lewandowski y Gotze son los primeros en salir pero no los únicos

El Borussia Dortmund será desmantelado en el mercado de fichajes 2013-2014 con las salidas de Mario Gotze, Robert Lewandowski y otras entre las que podrían estar Hummels, Subotic o Gundogan. Antes ya se fueron Sahin y Kagawa. Analizamos la descomposición del éxito.
“Yo le pondría una camiseta llamativa con pantalón negro que recordara nuestra tierra”, decía entre tragos Robert Unger. “Podremos tener a los mejores jugadores de la zona”, comentaba orgulloso Hans Siebold, que siempre había secundado la idea de Franz Wendt, que cada noche repetía que su sueño era “poder albergar a toda la comunidad en un estadio que sea referencia para nuestra gente”. Dieciocho jóvenes apasionados del deporte, se reunían a menudo entre cervezas para soñar con un equipo de fútbol que representara a los trabajadores de las minas y el acero en el noroeste de Dortmund.
Peleados con Hubert Kaplan, líder de la parroquia católica donde trabajaban (que les había impuesto una oración adicional la tarde de domingo para impedir que jugaran al fútbol), su amor a la pelota les llevó a saltarse sus normas y organizar oficialmente el club en su habitual ‘rincón cervecero’. Tanto, que esa espontaneidad se reflejaría incluso en el nombre del club pues Borussia, hace referencia a una de las Brauerei Dortmunder (DAB) (fábricas de tan famosa bebida germana, en Dortmund) que suministraba la propia cerveza al local donde ellos solían pasar sus tardes-noches ociosas. El Dortmund nació luchando contra las normas y atravesó crisis deportivo-financieras terribles, pero ahora toca el cielo del fútbol alemán con una generación de oro que infunde respeto y que encandila con estilo fresco y diferencial. Un proyecto que necesitará un nuevo empujón entre cervezas para evitar su desmantelamiento inmediato.
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Jurgen Klopp fue el técnico encargado de insuflar energías renovadas a un club que necesitaba soltarse y liberarse tras años de ostracismo. Una gravísima situación económica a principios del nuevo siglo, estuvo a un pasito de extinguirlo pues la quiebra acechaba tras años de malas decisiones desde su cúpula. Para salir del bache, el recién llegado presidente Reinhard Rauball, solicitó un informe detallado de cada euro que se manejaba y de la situación de sus escuelas juveniles. La perspectiva no era otra que intentar explotar cada euro en su cantera y en adquisiciones baratas con jugadores jóvenes que pudieron explotar en el Westfalen. El caracterial Kloop fue la pieza definitiva en su plan pues el ex míster del Mainz había sido capaz de catapultar a un club humilde al primer peldaño del fútbol germano pero, además, siendo referencia en su estupendo desempeño con jugadores semi-desconocidos.
Dispuesto a dar continuidad a su idea en el Rhur, Kloop aceptó el reto de recuperar sensaciones en el ex campeón de Europa, con una base social que poco a poco iba a volver a sentir que el camino elegido era el del éxito. Y es que en apenas unos años, sabiendo estructurar su planteamiento deportivo, su sistema táctico y los jugadores a desarrollarlo, el Borussia Dortmund ha regenerado su positivismo. Ahora tiene la Champions League a un paso y es la envidia de Alemania, pues muchos de sus semi-desconocidos jóvenes, se han convertido en estrellas internacionales deseadas por los mejores clubes del continente. Estilo virtuoso, ambición asegurada, energía y capacidad para madurar a medida que la presión por volver a ser referencia crecía, han servido para que Dortmund reconquiste el poder nacional.
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Lo hizo en dos ocasiones, dejando atrás el dictatorial régimen del Bayern de Múnich, que no pudo llegar a su regularidad. En esa dinámica, los jugadores importantes decidieron seguir y era el club el que elegía de qué estrellas podría deshacerse. La clave, pese a todo, era mantener un grupo unido, muy vinculado a su entrenador, con el que estuvieron siempre a muerte y al que respetan. Cuando los resultados dieron la espalda, la idea intocable hasta ese momento, se convirtió en una subasta con un único destino, ese Múnich que arrolla rivales y pretende dominar el fútbol alemán y europeo el próximo lustro. Se perdió la identidad del vestuario, se perdió la confianza de un colectivo unido y se perdió el respeto a la entidad, pues si alguien se ha sentido ofendido estas semanas pese a los buenos resultados, ese ha sido el aficionado más fiel (y en Dortmund, esos son miles). El dinero, arrasó con cualquier premisa anteriormente pactada.
Y lo que anteriormente fueron decisiones previstas como la salida de Nuri Sahin (pese a su posterior regreso) o Shinji Kagawa, el plan de este curso era nuevamente dejar marchar a una de sus estrellas. El elegido, sobre todo porque finalizaba contrato y no había una alternativa real, era Robert Lewandovski, pero la noticia de la salida de Mario Gotze, destrozó cualquier identidad previa. Porque esa compra bávara no es una más. Adquiere al jugador franquicia, pero sobre todo al que representa todos esos valores, al canterano del rival, al que porta el adn de la generación y del proyecto que Jurgen Kloop logró situar en la élite con muchísimos sufrimientos. La marcha de ambos parece una obviedad, pero el tan temido desmantelamiento, puede concretarse con mayor fiereza si el interés en Hummels, Subotic, Reus, Kuba o Piszeck, significara finalmente la pérdida de más variantes para seguir manteniendo a flote el navío a la deriva del Westfalen. Estadio único, colorido, irrepetible y merecedor de los mejores premios de una plantilla que se cansó de ser alternativa incluso cuando dejó de serlo…
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