El inicio de la leyenda negra de Cúper

Se cumplen quince años de la final de Copa del Rey entre el Mallorca y el Barcelona

Un 29 de Abril de 1998, Barcelona y Mallorca disputaban una de las finales de copa más intensas de la historia del torneo. Llegar a ella fue la primera gran gesta de Héctor Cúper en Europa, mientras que al Barça de Louis Van Gaal le permitió conquistar un meritorio doblete. Quince años después y con el Mallorca en horas bajas recordamos aquella noche inolvidable...

El Mallorca 1997-98 no pudo culminar en Valencia la gesta de una temporada histórica. Aquel equipo bermellón se llevó el aplauso del fútbol español, la simpatía de gran parte de los aficionados y el respeto de sus adversarios; el Mallorca nos hizo descubrir a Héctor Cúper, y enseñó el camino a seguir para aquellos que confían en el fútbol y en las armas que los pequeños pueden utilizar para batir a los grandes. El Mallorca pasó en menos de dos años de jugar la promoción de ascenso a primera división en el campo de Vallecas, a jugar la final de la Recopa de Europa en Birmingham ante una Lazio forjada a golpe de millones de liras. Aquella final europea no hubiera sido posible sin la excelente copa del rey que firmaron los hombres de Héctor Cúper en 1997-98.

El club balear era presidido por Bartolomé Beltrán, un conocido doctor que ya conocía la fama por haber conducido durante varios años espacios televisivos relacionados con la medicina. La apuesta de su consejo por Héctor Cúper fue clara, y el de Chabás lo agradeció eternamente; un trozo de Palma será siempre de Cúper. Al argentino le pidieron que luchara por mantener al equipo en primera, y no sólo lo hizo sino que hasta la última jornada tuvo opción de clasificar al Mallorca para la Liga de Campeones, y entonces a la máxima competición europea se clasificaban sólo dos clubes.

El Mallorca armó su tapiz con retales prestados, comprados en rebajas a precio de saldo. Recordado sería el famoso paquete con el que Eskurza, Gaby Moya, Vicente Engonga, Romero e Iván Campo aterrizaron en Mallorca; todos ellos descartes de Jorge Valdano en Valencia, y más de la mitad del "pack" internacionales con la selección española en muy poco tiempo. La venganza, fría y calculadora al más puro estilo Cúper se libró en la primera jornada. Una especie de Bilardo-Menotti se jugó cuando el Valencia visitó la isla en el inicio de la liga 1997-98. Sobre el césped del Luis Sitjar la poesía animada de Jorge Valdano se medía a la calculadora de biorritmos de Héctor Cúper; ganó el Mallorca, la primera gran sorpresa.

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Pero aquel equipo sorprendería más veces durante la temporada, porque en él se encontraban jugadores que multiplicarían su valor en muy poco tiempo, ofreciendo un rendimiento absolutamente estelar. Por ejemplo el gran Carlitos Roa en la portería, el lechuga que llegaba de Lanús y que sólo un verano más tarde sería el portero titular de la albiceleste en el mundial de Francia. O Marcelino y Olaizola, máquinas seguras y efectivas en defensa. También destacó el carácter de Óscar Mena, un Simeone para el Mallorca que mordió a sus rivales durante toda la temporada y al que todavía le restó tiempo para marcar golazos con su potente disparo de fuera del área.El guante de Stankovic, las botas blancas renacidas para el fútbol de Gabriel Amato, y como no, el talento insular de Juan Carlos Valerón, que dotó al conjunto de Cúper de un enganche grandioso.

Un equipo que no fue campeón por muy poco, cuyos jugadores le deben mucho a Héctor Cúper. El Mallorca fue quemando etapas, conquistando campos y llegando cada vez más lejos. Aprendió a competir en una eliminatoria de cuartos de final de copa frente al Athletic de Bilbao. Los leones querían llegar lejos en el torneo, lo necesitaban ya que ese año celebraban su centenario y aspiraban a jugar la final para homenajear a su historia. Pero el ejército de Cúper les frenó, contagiando a su afición de un entusiasmo que fue vital en el partido de vuelta para remontar el gol de desventaja con el que llegaban de San Mamés. El Sitjar se transformó cada domingo en una pequeña bombonera, y por fin la "ensaimada mecánica"coronó su temporada clasificándose para la final de la copa del rey. El sueño se había cumplido, el recién ascendido terminaba de hacer historia...pero restaba un último paso.

El 29 de Abril de 1998, el estadio de Mestalla abría sus puertas para recibir a las aficiones de Mallorca y Barcelona. Una final de espíritu mediterraneo y llena de color, un auténtico espectáculo copero. Los azulgranas llegaron por tierra en un desplazamiento cómodo, pero la marea roja tuvo que ingeniárselas para invadir Valencia por mar y aire. Una huelga de trasporte marítimo amenazó con dejar en Palma a casi un millar de aficionados, pero se trataba de un día mágico que había que vivir. Afortunadamente el barco pudo partir desde el puerto de Palma,aunque con mucho retraso. Se ajustó tanto el reloj en la llegada que estos sufridos seguidores bermellones se perdieron el gol inicial de Stankovic.

La calidad barcelonista se impuso en el segundo tiempo, donde la estrella brasileña Rivaldo empató el duelo. Pero la heroica llegaría a partir de los últimos minutos del choque. Mena y Romero fueron expulsados en las filas mallorquinistas, por lo que los hombres de Cúper tendrían que jugar toda la prórroga con nueva hombres. Por si fuera poco, uno de los pocos jugadores que le quedaban al argentino en el campo estaba lesionado, Jovan Stankovic. Era misión imposible ante los Figo, Rivaldo, Giovanni o Luis Enrique. Las ocasiones se sucedieron, pero el entramado defensivo montado por Cúper resistió; un auténtico milagro estaba aconteciendo sobre el césped de Mestalla.

En una dramática y angustiosa tanda de penaltis, Hesp y Roa rivalizaron en acciones de calidad, y como se suele decir en estos casos, ambos merecieron llevarse un asa de la copa. Los baleares lo tuvieron cerca, sobre todo cuando Stankovic sólo tenía que empujar un balón a la red para ser campeón. Aquel vendaje, los nervios...imposible saber qué pasó. El penalti se marchó fuera y la copa viajó para Barcelona minutos después. Hesp detenía con sus piernas el balón decisivo y el Mallorca decía adiós al sueño. Para el Barça fue el doblete, para el Mallorca y Cúper el honor de haber hecho historia, para el aficionado la vibrante despedida a una final inolvidable.

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15 años después de aquella noche de emociones, hemos querido recordar la vibrante experiencia de un recién ascendido que vivió en carne propia una historia de copa, la ilusión futbolística al fin y al cabo. Aquella noche de Mestalla permanecerá para siempre en el recuerdo de los aficionados de la isla, el día en el que un grupo de gladiadores comandados por el capitán Cúper estuvieron muy cerca de hacer campeón a la "ensaimada mecánica".

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