El milagro el Blackburn Rovers de Jack Walker que no sería posible
La exigencia del Fair Play financiero hubiera cambiado la historia
La solicitud en la que se exige un mayor control del dinero destinado para fichajes por parte del Chelsea y el Manchester City sienta un importante precedente que podría cambiar la estructura y jerarquía de poder en la Premier League, aunque la inyección económica por parte de grandes capitales en el mundo del fútbol no es un hecho nuevo en Inglaterra, donde se ha vivido algún caso especialmente recordado, por ejemplo el del Blackburn Rovers, campeón de Inglaterra en 1995 después de que el industrial del metal Jack Walker invirtiera con desahogo en el club.
En 1995 el Rovers paralizó Blackburn, una ciudad de poco más de 100.000 habitantes ubicada geográficamente en el condado de Lancashire. Su equipo terminaba de proclamarse campeón de liga, y lo hizo en un emblemático escenario situado a sólo 40 millas de su casa, Anfield. 81 años después de su último título, el Rovers se proclamaba campeón bajo la batuta de Kenny Dalglish, que había llegado al club en 1991. Aquel día, el fútbol fue justo con el equipo que había merecido ganar la liga, y que curiosamente comenzó la temporada perdiendo en Wembley la Charity Shield frente al Manchester United (jugó el trofeo por su condición de subcampeón de la Premier en la temporada anterior).
Pese a su derrota 2-1 en Liverpool, el empate del United de Ferguson en Upton Park permitió que ganaran el título. Los últimos minutos del West Ham-Manchester United fueron un asedio de los Diablos Rojos, un equipo que fue irregular durante buena parte de la temporada. Los Kanchelskis, Nicky Butt o Paul Ince, no funcionaron como de ellos se esperaba. La anterior campaña habían ganado el doblete, pero al principio de 1994-95 fueron masacrados en el Camp Nou 4-0 en la Champions ante un Barcelona en horas bajas, y sólo Andy Cole o el joven Ryan Giggs parecían aportar frescura al United.
En los últimos minutos de aquella última jornada, cuando el Manchester United tenía muy cerca el título, su único recurso fue el balón bombeado. Había transcurrido más de un siglo desde que este deporte se separó del rugby en la La Freemason's Tavern londinense, y a las puertas de finalizar la década de los noventa el United intentaba ganar la liga con defensas jugando de delanteros y balones que caían con nieve en el área de castigo del West Ham; una perfecta síntesis de la evolución británica en el juego. A pesar de todo ello, los Hammers de Harry Redknapp resistieron, y ayudaron a que el Blakburn Rovers se convirtiera en el tercer campeón de la Premier League.
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Los de Ewood Park eran un conjunto fabricado a golpe de talonario. Jack Walker, empresario dedicado al metal, invirtió millones de libras en el equipo; su deseo era transformar al Blackburn en un referente de la liga. Primero firmó a Kenny Dalglish para la parcela técnica, y en 1991-92 el equipo se clasifica in-extremis para la liguilla de ascenso a la Premier. Tras vencer al Derby County y al Leicester, el Blakburn vuelve a la máxima categoría del fútbol inglés tras 26 años sin estar con los mejores. El dinero está haciendo su efecto y la plantilla comienza a mejorar gracias a las fuertes inversiones realizadas. Llegan Graeme Le Saux, Kevin Gallacher y sobre todo Alan Shearer, por el que el Rovers paga casi 700 millones de las antiguas pesetas, todo un récord para un recién ascendido. El club finaliza en la parte alta de la tabla durante dos temporadas consecutivas, y la afición vuelve a sentirse parte de un conjunto competitivo.
Por fin en 1994-95 tras la llegada de Chris Sutton procedente del Norwich, los de Dalglish forman un grupo que peleará definitivamente por la Premier; un campeonato larguísimo que tenía por aquel entonces 22 participantes. Los Tim Flowers, David Batty, Stuart Ripley y sobre todo la mágica delantera Shearer-Sutton (casi 50 goles entre los dos), hacen que el Blackburn alcance el liderato antes de la jornada 15. Su título de liga fue todo un símbolo del fútbol inglés de los años noventa, y aunque no tuvieron suerte en la Copa de Europa ni demasiada continuidad, la proeza abrió las puertas a otros conjuntos que imitaron su idea e hicieron de la competición la expansión financiera de sus negocios. El Blackburn perdió la categoría cuatro años más tarde.
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Las quejas actuales buscan impedir que nuevos "Blackburn Rovers", "Abramóvichs" o "Citys" millonarios, monopolicen la liga con más tradición histórica del planeta. Si la demanda de Fair Play financiero que reclaman Liverpool, Arsenal o Tottenham tendrá éxito, lo veremos en los próximos meses.