Milan: Bojan y los delanteros españoles de San Siro
Otros atacantes españoles vistieron antes de rossonero con dudoso éxito
Bojan Krkic se convertirá en nuevo fichaje del AC Milan para la temporada 2012-2013 y de este modo seguirá la estela de otros delanteros españoles que ya vistieron de rossonero. José David López lo repasa.
En los últimos años, las navieras mundiales han experimentado una dificultad creciente para contratar marineros jóvenes. Este problema, que evita la reestructuración paulatina de los trabajadores del sector, se está extendiendo en todas sus ramas (puestos de máquina, puente e incluso a fonda) y repercute drásticamente en otros sectores marítimos conexos. La juventud ha cambiado su escala de prioridades laborales y trabajos con tanta dedicación y esfuerzo han dejado de ser tan atractivos como antaño. Otrora, ellos representaban un rol de vida completa en felicidad, tranquilidad financiera y seguridad para el futuro, algo que los veteranos sí valoran como opción prioritaria pero que los jóvenes no toleran como principal pretensión para sus ambiciones personales. De todos ellos, el naviero más necesitado del mundo se encuentra en Milan, donde la crisis golpea económica y deportivamente con la fuerza necesaria para derribar sus arcaicos cimientos financieros, hundir un proyecto que había brillado desde lo inimaginable y obligar al naufragio de una avezada tripulación.
El almirante, Silvio Berlusconi, perdió la batalla a la crisis y en su decálogo del buen presidente decidió no incluir texto alguno que limitara su amor por la extravagancia. Villa Certosa, la espléndida mansión sarda del primer ministro italiano, situada cerca de Porto Rotondo, la zona más turística de la Costa Esmeralda, se ha convertido en el principal testigo de su deplorable y ya extinto mandato. Un ambiente desinhibido, polémico y que ha levantado ampollas en la sociedad italiana que, como no podía ser de otra forma, ha empeorado aún más la imagen de su club, un Milan obligado desde hace un par de años, más que nunca, a una renovación profunda que ha alargado sobremanera en los últimos tiempos. No hay la veteranía de antaño pues la edad media este curso será de 26 años, pero se cumplen numerosos factores que los milanistas recuerdan de sus peores etapas, cuando el navío se hundía con todos dentro. Una de esas debilidades nuevamente repetidas habla de su desvarío en el mercado de fichajes, donde curiosamente, se ‘cuela’ el tercer español de su historia reciente, Bojan Krkic, clonando la desesperación que hasta allí llevó a principios de siglo a José Mari y Javi Moreno.
Nunca podré olvidar el debut del sevillano, porque era una de esas madrugadas en vela que quien escribe, aguantaba con cafés y mando en la mano gracias a las redifusiones de C+ (el famoso Tercer Tiempo). Y es que el único sobresalto fue al ver que el gol que rompía el partido, llegaba tras un saque de esquina donde el andaluz, que acababa de salir al césped y no llevaba ni un minuto en activo, logró cabecear a la red con un buen salto (puede que esto tenga algún desvarío porque simplemente uso mi memoria). Era el inicio de un fichaje tan debatible como todos los que ese Milan, perdido, atado a los sobresaltos e incapaz de encontrar soluciones para recuperar prestigio, había encarrilado. Ese verano, el propio José Mari, que jamás había sido un gran goleador y que no había ni siquiera explotado en el atlético de Madrid tras formarse en el Sevilla como canterano de éxito, había significado una alocada inversión de 19 millones de euros. Para terminar de redondear el contexto de ese bochornoso equipo neroazzurri, basta recordar que junto al español, llegaron desde la Liga personajes como Julio Cesar (defensa central del Real Madrid y Valladolid) o el singular Pablo García (uruguayo también llegado desde el filial del Calderón). En tres temporadas (la cuarta de su contrato ya la pasó cedido de regreso al Atlético), José Mari marcó 5 goles en Serie A y 15 en total, aunque las lesiones de gravedad le frenaron demasiado. Una huella tan pobre, que tras uno de sus goles, en portada de La Gazzetta dello Sport se apreciaba un sonrojante titular: “Gol salvador de Mari” (pensando que era el apellido y por tanto, nombre de ‘pila’ del delantero).
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Pronto estaría acompañado porque la osadía europea del ‘Euro-alavés’, había propiciado que el goleador de aquella mítica generación vitoriana, el práctico, directo y rematador sin tapujos, Javi Moreno, también superara sus sueños para vestirse de milanista en 2002 (le siguió otro de los referentes de aquella etapa, el rumano Cosmin Contra). Su precio ascendía a 16 millones de euros, una cifra que puede parecer impensable hoy en día y que generaría discutidas y entretenidas valoraciones, pues ese mismo verano llegaba a San Siro un ‘tal Andrea Pirlo’ por dos millones más. Su garra, fuerza, carácter y, desde luego, campechanía, jamás pasarían desapercibidas pues era incapaz de silenciarse, evitar roces o no sacrificar la última gota de sudor para celebrar aquella ‘machada’ de una carrera que, por entonces con 27 años, acababa de tocar incluso el ‘techo’ internacional (venía de marcar con España ante Bosnia su único tanto con la camiseta de la Roja).
Una pareja de delanteros españoles que tuvo una noche especial como milanista, pues ambos compartieron ataque en enero de 2002 durante un partido de Coppa ante la Lazio (2-3) con todos los goles españoles (dos de Javi Moreno y uno de José Mari). Aquella noche, el recién llegado Carlo Ancelotti, aseguraba que el valenciano “sabe marcar y, a partir de ahora, tendrá más oportunidades” mientras el andaluz, “tiene un desafío por delante tras su grave lesión pero nos ha dado confianza”. Desde el coche del segundo, ambos abandonaron el estadio felices. Javi, pletórico, aseguraba que estaba en racha pues había “jugado cuatro partidos de titular y he marcado seis goles” (aprovechó para jugar algo más durante una grave lesión de Inzaghi). El último en unirse a este ‘tridente’ de atacantes españoles en Milan será Bojan, que necesita una lavado de sensaciones, confianza y seguridad, pues su falta de minutos, regularidad y defensa sobre su rendimiento, ha roto en pedazos la ilusión de un chico que apuntaba a grandes logros y que tendrá seguramente la última oportunidad a gran nivel para demostrar que ese ‘chico de oro’ no se ha difuminado.
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Sin euros en nómina, el Milan ha aceptado su fatal destino en las últimas campañas, donde se ha debilitado progresivamente y ha cedido al empuje de los grandes del continente, capaces de afrontar fichajes estratosféricos intocables para el marchito corazón milanista. En San Siro se apostó como única esperanza por la continuidad de jugadores con mucha experiencia y galones, pero sin fuerza mental ni física para levantar un proyecto apocado al fracaso que no hace tanto se quedó sin Champions League (lo que aumentó la deuda del club). Una desastrosa imagen que ahora, con aroma español incluido entre las pobres sensaciones transmitidas, debe eliminar de la menta de sus tifosi esa posibilidad. La plantilla no supera actualmente a otros competidores con intenciones europeas ni tampoco asegura continuidad antes de que se reorganice en torno a una nueva identidad que defender. Hasta entonces, el navío sigue a la deriva y, por tercera vez en su historia, con un dubitativo acento español.