Un Atlético de Madrid-Athletic espectacular con Helenio Herrera
Fue el empate a más goles en la historia de la liga, 6-6

Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao volverán a verse las caras por primera vez desde la última final de la Europa League disputada en Bucarest; los dos clubes han protagonizado partidos para el recuerdo en sus más de cien años de historia, unidos en sus orígenes, sus duelos fueron todo un clásico del fútbol español en la historia de la liga, y de todos ellos, existió un encuentro espectacular en esencia y con un marcador muy poco frecuente, el Atlético de Madrid y el Atlético de Bilbao firmaron un 6-6 en 1950, el empate a más goles de la historia de la competición; el “mago” Helenio Herrera terminaba de llegar al banquillo del conjunto madrileño, y en las filas bilbaínas, Telmo Zarra caminaba con paso firme hacia su cuarto trofeo de máximo goleador.
Helenio Herrera marcaría época en la historia del fútbol. Su concepción de la metodología de entrenamientos, su visionaria capacidad para leer la evolución del juego, y la carismática imagen que mostró a cuantos tuvieron oportunidad de conocerle o trabajar con él, le colocan como una de las figuras clave para entender el fútbol de hoy en día. H.H dejó para la posteridad frases lapidarias, escritos y apuntes que leídos en retrospectiva, confirman las aptitudes innatas que poseía para dominar todas las variantes de su profesión. Algún técnico actual ha querido imitarle en sus formas y la habilidad para manejar plantillas, pero su sombra es demasiado alargada. Mordaz, políglota, descarado, estudioso, egocéntrico, simpático y agradable en sus buenos días, cruel y retorcido en los malos momentos... ingenioso y terriblemente imaginativo.
El “mago Herrera” aterriza en España en 1948 para entrenar al Real Valladolid. Su llegada a la cuna de la España castellana fue solo un lugar de tránsito para Helenio, que era hijo de andaluces, nació en Buenos Aires, murió en Venecia, pasó por Marruecos y Francia, recaló en la mediterránea Barcelona y sentó cátedra en la fría Lombardía. Además también le dio tiempo a dirigir a España e Italia, y sellar su larga trayectoria en muchos otros lugares.
El primer contacto de Herrera con el fútbol español fue en la Catedral de San Mamés en Septiembre de 1948. En aquel debut al frente del Real Valladolid, sufrió en sus carnes el talento de la “segunda delantera histórica del Athletic de Bilbao”; su equipo fue derrotado por 7-2 en la primera jornada de liga, con tres tantos de Panizo y otros tres del terror de las defensas españolas, el hombre que daría la estocada mortal al fútbol inglés en la Copa del mundo de 1950, Telmo Zarraonandia Montoya, más conocido en fuentes estadísticas y círculos futbolísticos como Zarra.
Helenio Herrera tomaba contacto con el campeonato español de una forma dolorosa, colista de la clasificación y recibiendo toda una lección de un verdadero conjunto de estrellas. Conociendo el carácter de Herrera, los 300 kilómetros que separan Bilbao de Valladolid debieron ser todo un recital de pizarra, correcciones y pícaros comentarios con un único objetivo: mejorar el rendimiento de sus pupilos, que debutantes en la categoría, tenían toda la pinta de ser nuevamente carne de segunda.
Lo cierto es que la temporada de los hombres de Herrera fue ambigua. El Valladolid se salvó milagrosamente del descenso gracias a que hicieron del viejo Zorrilla un fortín; allí sumaron sus 22 puntos, ya que fuera de casa, el trabajo psicológico de Helenio con sus hombres no funcionó... el Valladolid perdió todos los encuentros de la temporada, con nada menos que 50 goles en contra, lo que hacía una media de casi cuatro por partido. Este dato deja claro que Helenio Herrera, el maestro que evolucionó el cerrojo hasta su máxima esencia y fue mentor de jugadores como Luís Suárez o Giacinto Facchetti, vivió a lo largo de los años un proceso de transformación en su manera de entender el fútbol.
Varios historiadores futbolísticos defienden la tesis de que la imagen del estilo de Herrera quedó algo distorsionada en la historia, o al menos, se omite parte de la metamorfosis táctica del técnico franco-argentino, ya que Herrera nunca fue un entrenador anclado a una única forma de jugar. Es muy posible que si hubiera vivido 150 años, hubiera evolucionado a la misma velocidad que el fútbol, ya que supo sintetizar con gran inteligencia las diferentes corrientes que se impusieron en cada época.
Dotado de una gran personalidad pero siempre abierto en sus ideas y planteamientos, demostró una gran vitalidad y entusiasmo que le permitieron mantener sus conductas de aprendizaje en plena ebullición hasta sus últimos tiempos. Las inquietudes de Herrera pueden apreciarse en sus escritos en la parte final de su vida.
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La única derrota de aquel Valladolid de Herrera en su estadio fue frente al Atlético de Madrid, curiosamente, el conjunto al que poco tiempo más tarde devolvería el título de liga. Helenio debutó al frente del equipo colchonero en un amistoso disputado el 18 de Agosto de 1949 en El Escorial ante la U.D San Lorenzo, en un partido que terminó con el anecdótico marcador de 2-12 para los hombres de Herrera.
El conjunto de H.H comenzó el campeonato de manera muy irregular, con bastante fortuna en la parcela realizadora gracias al acierto de Escudero y de las buenas incorporaciones desde atrás del sueco Carlsson, pero sobre todo por el talento de la perla negra marroquí Larby Ben Barek. Sin embargo, la seguridad de la zaga y la portería, dejó mucho que desear… tocando fondo en la visita a Mestalla en la jornada 13. El Valencia humilló a los de Herrera por un contundente 6-0, que dejaba al Atlético de Madrid a solo tres puntos de los puestos de descenso.
A partir de ese momento, los de Herrera comenzaron una remontada espectacular. El equipo cambió la mentalidad instruido por el profesor Herrera y protagonizó un ascenso en la clasificación que terminó con el primer título de liga para los rojiblancos en diez años de historia.
En ese camino se quedaron partidos memorables... el más inclasificable, el que se jugó en el Estadio Metropolitano el 29 de Enero de 1950. Fue un carrusel de despropósitos defensivos (quién lo hubiera dicho con Herrera en el banquillo años después), los dos atléticos compitieron a ineficacia en las marcas e imprecisiones de sus porteros. Los vascos abrieron el marcador de la mano de un inspirado Agustín Gaínza, que sería bautizado cinco meses después por la prensa como el “Gamo de Dublín”, tras una sensacional actuación en tierras irlandesas defendiendo los colores de la selección nacional. Al gol del “Piru”, contrarrestó el Atlético con tantos de Carlsson y Ben Barek. El partido discurrió por límites de competitividad racional en la primera parte, pero en la segunda se desbocó... volvió a marcar Gaínza, se adelantaron los vascos por mediación de Iriondo, y a falta de veinte minutos, ganaban por un marcador de 3-6. El Atlético de Herrera volvía a ofrecer la peor de sus caras en labores defensivas ante el estupor de su público.
Pero en los últimos cinco minutos del encuentro, la influencia del “mago” Herrera iba a tener presencia en este partido de locos. Primero un penalti transformado por Ben Barek dio una mínima esperanza a los locales, y más tarde, el Atlético era capaz de empatar el encuentro con tantos de Calsita y Alfonso Aparicio a falta de un minuto para finalizar el partido. El marcador del Metropolitano no estaba preparado para un resultado de esas características; el 6-6 no ha vuelto a ser igualado en la historia de la liga española, una remontada al título como la que protagonizó aquel conjunto de Helenio Herrera tampoco.
Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao vuelven a citarse en un campo de juego, su lugar natural para fabricar historias y partidos insólitos... aquel 6-6 es una buena muestra de ello.