El 'Abecedario' del fútbol - W: George Weah, el primer extranjero de oro
Conoce la vida de cuento de uno de los mejores futbolistas de la historia.
Cuando hay que pensar en el mejor futbolista africano de todos los tiempos aparece un igualado duelo entre Roger Milla y George Weah, el futbolista de Liberia que brilló en el Mónaco, PSG y AC Milan. Las dudas se disipan cuando el liberiano aparece como el único de su continente en haber ganado el Balón de Oro. Fue una de las grandes figuras en el fútbol de los noventa, se trata de una auténtica leyenda viva y una referencia en África. Como jugador fue un delantero muy alto, potente y capaz de recorrer el campo a velocidad de vértigo con el balón en los pies. Arrastraba a los defensas en sus acometidas verticales e imparables. Era rápido, hábil y con un poderoso físico que favorecía la ejecución de su fuerte disparo y la letalidad en la finalización. Era devastador y muy temido por los que debían marcarle ya que su mera presencia les provocaba grandes quebraderos de cabeza. Poseía una aceleración repentina e impredecible que era incapaz de ser frenada por los defensas, una excelente capacidad para esquivar a sus rivales y una precisión milimétrica en su disparo. Por todas estas cualidades, de haber nacido en otro lugar, posiblemente su fama hubiera hecho justicia a su gran calidad, pero al pertenecer a un país cuya selección carecía de proyección internacional no pudo asomarse al escaparate de la Copa del Mundo.
George Tawlon Manneh Oppong Ousman Weah nació el 1 de octubre de 1966 en Monrovia, capital de Liberia, pasando a ser uno de los cerca de tres millones de habitantes de uno de los países más empobrecidos de África. Pertenece a la etnia Kru, con orígenes en el sudeste del condado del Grand Kru considerada una de las zonas liberianas más subdesarrolladas. Se crió en las calles de su ciudad natal, cuidado por su abuela junto a sus trece hermanos de los que él era el mediano. Desde temprana edad demostró su pasión por el fútbol lo que le llevó a jugar en el Bongrange Company. Pronto descubrirían su talento y pasaría a jugar un año en el Mighty Barolle y de ahí al Invincible Eleven. Tres años consecutivos que fueron dejando huella en forma de goles. Veinticuatro en veintitrés partidos fue el registro de su temporada 1986/87, cifra más que suficiente para que hiciera las maletas rumbo a Camerún en busca de un futuro que ya empezaba a escribirse. A sus 21 años fue fichado por el Tonnerre de Yaundé donde no dejó indiferente al seleccionador camerunés Claude Le Roy. Al mismo tiempo, en Europa ya se hablaba de él como una de las grandes promesas del fútbol africano. Sería el AS Mónaco el club que se hiciera con sus servicios para el curso 1988/89 tras recibir la recomendación de Le Roy.
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Desde su llegada al fútbol francés su acierto goleador sorprendió gratamente al que era entrenador del Mónaco por aquel entonces, Arsene Wenger, superando notablemente las expectativas que tenía. Él mismo reconoció en numerosas ocasiones que no ha visto a otro jugador explotar de la misma forma que Weah lo había hecho. No era fácil adaptarse al fútbol europeo, a sus nuevos compañeros y conseguir cerca de veinte goles en todas las competiciones en su primer año. Pero él lo hizo y se convirtió en el principal goleador de la plantilla. Tras cuatro temporadas fue fichado por el Paris Saint-Germain, a donde llegaba con la Copa de Francia de 1991 y el consuelo de haber sido finalista en la Champions del año siguiente.
Es en el equipo parisino donde realmente Weah brilla en Europa. Junto a Ginola, Valdo o Bernard Lama forma una de las mejores plantillas del club que consigue llegar a las semifinales de la Copa de la UEFA por partida doble. De hecho, no estuvo presente en la vuelta contra el Arsenal, lo que provocó que Artur Jorge tuviera que cambiar su estrategia táctica para dicho encuentro. Un claro ejemplo de lo que George Weah significaba para el PSG fue su contribución a la Liga de Campeones de 1994-95 y, concretamente, a aquella noche de diciembre en la que anotó dos goles al Spartak de Moscú y la afición no dudó en corear su nombre como reconocimiento a su irremplazable papel. Más de cincuenta goles en sus tres temporadas le dieron el pasaporte italiano al AC Milan, donde obtendría dos scudettos en cinco años. Aún le quedaban otros clubes a los que ir para seguir escribiendo su currículum aunque con un paso fugaz por el Chelsea, Manchester City, Marsella y el Al Jazeera de los Emiratos Árabes. Colgó las botas en agosto de 2003, después de veintiún años de carrera y habiéndose convertido en un ídolo en África, sobre todo en su país, donde había hecho mucho por la selección actuando de entrenador, jugador, compañero, dirigente e, incluso, poniendo parte de su dinero ganado para pagar las deudas de la Federación de Liberia o pagar los desplazamientos del equipo nacional.
Si en los clubes en los que jugó fue obteniendo títulos, de manera individual también obtuvo la recompensa del impacto que provocaba su presencia en el campo. En 1995, France Football extendió el Balón de Oro a todos los futbolistas que jugaban en Europa, independientemente de su nacionalidad. Eso le permitió a George Weah convertirse en el primer jugador no europeo en obtenerlo. Además fue reconocido como mejor futbolista africano en 1989 y 1994, obtuvo por partida triple el Balón de Oro africano y fue encuadrado como el mejor futbolista africano del siglo por los periodistas deportivos en 1999. En 1997 fue nombrado Embajador de Buena Voluntad de UNICEF.
Después de abandonar su carrera como jugador, el Sr. George Weah trabajó para organizaciones benéficas antes de dar el salto a la política intentado convertirse en el Jefe de Estadio de Liberia, utilizando su vida como ejemplo de superación para aquellos jóvenes que como él querían un futuro alejado de una vida de pobreza. Su inexperiencia en este ámbito propició que perdiera las elecciones y que decidiera cambiar su residencia a Miami, desde donde sigue apoyando a su país, desde donde sigue siendo el Africano de Oro.