La Superliga China se extranjeriza
El último en llegar, Lucas Barrios
Las fronteras físicas se mantienen mientras las éticas se rompen cada vez con mayor frecuencia. Algunos lo llaman globalización, otros lo denominan obertura de mercados, pero lo que es cierto es que el fútbol cada vez más tiende a romper barreras físicas y lógicas, obteniendo como resultado traspasos a campeonatos poco mediáticos donde las prioridades son totalmente contrarias a lo habitual.
La semana pasada saltaba al primer plano de la actualidad el fichaje y marcha del ya ex-delantero del Borussia Dortmund Lucas Barrios a la Superliga China. Un traspaso que, contratodo pronóstico, supone la marcha de un jugador codiciado en el viejo continente y que, lejos de buscar retos deportivos, se ha dejado seducir por el imponente mercado del fútbol chino.
Un campeonato el chino que está sufriendo una importante metamorfosis en los últimos años. Grandes inversiones, fichajes de cierto carácter mediático intentando el reflote de una competición hundida en el pasado por las estafas, que acabaron por hundir el poco cartel mediático que tenía a nivel asiático.
El país más poblado de la Tierra, con cerca de 1400 millones de personas. El yuan es la moneda de una de las grandes potencias económicas mundiales y, desde hace unos años es la unidad monetaria que está entrando en el negocio del fútbol. No se cayó en el error de la continuidad y se comenzó una limpieza de imagen del campeonato, produciéndose incluso condenas de cárcel para los infractores en dichas estafas.
Europa y Asia intiman, se acoplan unos con otros para obtener el mayor resultado posible. Grandes ligas europeas como Premier League, Bundesliga o Liga BBVA proponen encuentros en horarios cercanos a la hora de comer con vistas a explotar el mercado asiático. Horarios matinales y vespertinos son impuestos para que, al mismo tiempo que en Europa se disfruta de los partidos del viejo continente se establece un horario propicio para que en Asia puedan presenciar los encuentros en directo. La importancia no recae en el disfrute de los asiáticos, sino en los grupos inversores que saben del consumo de fútbol europeo y que, al fin y al cabo, obtendrán los beneficios buscados.
La cultura por el fútbol no existe. Los aficionados son seguidores de clubes, no del fútbol en general como puede ocurrir en el caso europeo, donde la gente puede ver cualquier partido porque existe un vínculo a una afición. Generalmente el ciudadano chino es una persona a la que no le gusta el término derrota, y perder no va con ellos, por lo que el apoyo a una selección mundialmente débil como China no es un estímulo para la afición. Por ello, sumado a la gran densidad de población
Grandes inversiones ha comenzado a abrir el fútbol chino al Mundo en los dos últimos años. Jugadores de cierto reconocimiento a nivel mundial se han dejado caer por el fútbol chino, globalizando el campeonato y aumentando el número de futbolistas extranjeros (de mayor o menor poder mediático) por equipo.
Marcas de origen chino se han dejado caer, cada vez con mayor asiduidad, en España, y así la marca Li-Ning ha vestido a equipos como Villarreal, Celta de Vigo, Sevilla o Espanyol. En segundo plano han estado presentes, abriendo los ojos al Mundo y siguiendo de cerca desde el país asiático a estos equipos por el simple hecho de ser vestidos por esta marca.
Un equipo destacó por encima del resto. El Guangzhou Evergrande, bajo el impulso económico de la marca Evergrande, ha llevado a cabo operaciones desorbitadas, fichajes provocados previo pago de cantidades económicas en principio poco lógicas a nivel de mercado. El primero en llegar fue Darío Conca, mediapunta argentino de 28 años que llegaba procedente del Fluminense. Una operación que le colocó en el primer plano mediático, puesto que un jugador que íba a militar en la Superliga China se convertía con este traspaso en el quinto jugador mejor pagado del Mundo con casi 12 millones de euros de ficha anual y en el futbolista que más cobraba en el campeonato asiático.
Su fichaje fue sonado, colocando a China en el foco de la noticia. Por si las cantidades fueron poco mediáticas, el mismo equipo volvía a dar un golpe en la mesa hace unos días, cuando lograba el traspaso de Lucas Barrios, procedente del Borussia Dortmund por una cantidad cercana a los nueve millones de euros. Cifras que a nivel europeo, quizás, podrían haberse asumido como normales, pero proviniendo de China, la operación volvía a considerarse como notícia.
Otro de los grandes nombres que han hecho noticia al país chino ha sido el de Nicolas Anelka, jugador reconocido de origen francés que ha militado, entre otros, en Arsenal, Real Madrid o Chelsea, y que aterrizaba en las filas del Shangai Shenhua como la gran estrella del equipo y de la Superliga China. Una nueva andadura puramente económica, ya que a nivel deportivo, por el momento, China no puede pelear junto a los grandes campeonatos europeos.
Más tarde, al mismo equipo, España tendría representación en Shangai Shenhua. Los ex-jugadores del Levante, entre otros, Nano y Rafa Jordá se embarcaban en la aventura de China, tras no rechazar ofertas que suponían interesantes ingresos tanto a nivel individual como para el conjunto granota. Dos futbolistas españoles que ponen la nota nacional en un campeonato que cada temporada que pasa pelea por abrirse hueco a nivel mundial, al igual que desde Rusia se intenta a base de talonario.
José Antonio Camacho es el seleccionador de China desde el pasado 14 de Agosto. No ha cumplido el objetivo de clasificación para el Mundial de 2014, pero su filosofía futbolística le permiten seguir en el combinado chino en busca de grandes logros a nivel de clasificaciones.
Una filosofía de vida la oriental que les convierte en una particular liga. Un campeonato en el que los jugadores extranjeros, tomando este calificativo como no-asiáticos, conviven con los jugadores chinos y un pequeño porcentaje de asiáticos tales como coreanos y algún caso de taiwaneses.
En todos los países que se ven representados en la globalizada Superliga China destacan Brasil con 26 jugadores, Serbia y Australia con 5 jugadores cada uno, Argentina con 4 y, por ejemplo, España con 2. No hay equipo de la Superliga China que no se haya visto globalizada. Una situación que se ha generalizado y se ve como algo normal, pero que en una nación tan políticamente diferente a lo visto en Europa llama la atención.
China, un país que quiere abrirse al Mundo mediante el fútbol, con un método directo de grandes inversiones, incorporando a jugadores reconocidos en busca de la atención que mediante logros a nivel continental no pueden lograr.
El último en llegar ha sido Lucas Barrios, pero viendo el horizonte económico que prevalece en la Superliga China no será el último jugador reconocido mundialmente que aterrizará sobre el país asiático.