Lágrimas en la Eurocopa

Grandes jugadores vivieron la versión más amarga de la Eurocopa

Continuamos con nuestra nueva sección 'Historias de la Eurocopa' en la que relataremos algunos momentos cumbre en el torneo continental que se disputará este verano en Polonia y Ucrania.

La Eurocopa de naciones ha ofrecido grandes escenas de triunfo, pero ha dejado también momentos de desconsuelo en jugadores que realizaron un gran torneo, pero que llenaron de lágrimas su despedida.

CRISTIANO RONALDO

El cielo de Lisboa se ennegreció mientras sonaban los últimos acordes de un verano a ritmo de fado. Cristiano lloraba de forma desconsolada mientras contemplaba la alegría helena; Grecia caminaba por el olimpo futbolístico por primera vez en su historia.

La selección portuguesa había llegado más lejos que nunca. La voracidad goleadora de Eusebio, la inspiración de Chalana, o la velocidad de Paulo Futre quedaban atrás. Pero la decepción era tan grande como el respeto que Europa había tendido a la figura de Cristiano Ronaldo.

El destino, caprichoso y premonitorio, condujo a Grecia y Portugal a enfrentarse en el primer encuentro del campeonato y en la final; los dos partidos fueron ganados por el ejército de Otto Rehhagel, pero el aficionado portugués ya había quedado encandilado por el talento del genio de Madeira.

Era un Ronaldo precoz, un diamante en bruto por pulir, pero ya podían apreciarse las cualidades que hicieron a Alex Ferguson reclamarlo para su United. Regate, desborde, descaro y gol. Ante Holanda en semifinales abrió el camino a la final, de cabeza, demostrando que los grandes dominan todas las suertes.

Las lágrimas del joven delantero de la selección portuguesa fueron las de toda una nación. El maracanazo versionado en la Eurocopa.

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LUIS MIGUEL ARCONADA

Un día después de cumplir 30 años, Arconada vivió el peor momento de su carrera. Defendía la portería de España en la final de la Eurocopa, algo que solo había hecho anteriormente un mito del fútbol español, José Ángel Iribar en 1964. El meta vasco tuvo una mala elección: subestimar un balón que había salido de las botas de Michel Platini; un lanzamiento aparentemente sin peligro, pero envenenado y cargado de sangre española por el Napoleón del fútbol francés.

Parecía escrito que el equipo entrenado por Miguel Muñoz, pagaría de alguna forma el crédito otorgado por la suerte en tan escaso margen de tiempo; el 12-1 a Malta que sirvió para clasificarse al campeonato, el gol de Maceda ante Alemania en el último encuentro de la primera fase, y por último, una tanda de penaltis angustiosa frente a Dinamarca en la semifinal del torneo, donde Arconada por cierto, le paró un penalti a Michael Laudrup aunque el árbitro mandó repetirlo.

El donostiarra demostró durante el campeonato su gran categoría profesional, pero el error en la final fue un lunar demasiado grande que empañó por completo el juicio de la crítica hacia su actuación.

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FRANZ BECKENBAUER

Cuando el Káiser se proclamaba campeón mundial en 1974 con su selección, Antonin Panenka ya tenía en su cabeza el penalti que le haría mundialmente famoso dos años después.

Fue en la final de la Eurocopa de 1976 cuando el checo puso en práctica su particular idea; como él mismo reconoció, un ensayo de dos años. Ejecutado a la perfección, fue la genialidad que tumbó al mejor equipo del mundo, la Alemania de Beckenbauer que había dominado el fútbol europeo y mundial desde 1972.

Todo acto heroico con un vencedor cuenta con un gran derrotado; Franz Beckenbauer vivió su última gran final continental. Había liderado a la mejor generación de futbolistas alemanes en muchos años y guió con su privilegiado estilo al Bayern de Munich tricampeón europeo.

En su última batalla con la selección de la República Federal Alemana (jugaría solo tres amistosos más), defendió el orgullo teutón hasta el último instante, pero fue sorprendido como todos, por el penalti más "bohemio" de la historia.

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RAÚL GONZÁLEZ

Brujas es la capital de Flandes occidental. Conocida por el encanto de su centro histórico, fue una de las sedes de la Eurocopa del año 2000. Lugar idóneo para que la selección española continuase su particular cuento de hadas en aquel torneo, tras haber firmado en el mismo estadio Jan Breydel de la ciudad belga, una de las remontadas más celebradas por la afición española en muchos años ante Yugoslavia en la primera fase. La defensa balcánica no fue rival para una España que tuvo en Alfonso su mejor baluarte y que guardaba a Raúl para mejores ocasiones.

Ante Francia en cuartos, el futbolista del Real Madrid tuvo su momento, once metros para rescatar a España de una eliminación casi segura. Aquella noche en Brujas, Raúl vivió uno de los momentos más duros de su carrera; su historia en la selección bien podría haber sido distinta. El cuento de hadas se transformó en un relato para el olvido.

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FRANCESCO TOLDO

Era un portero de los de antes. Dotado de una gran envergadura, su 1.96 de altura le definían como un baluarte inexpugnable. Ser titular en la Eurocopa del año 2000 con Italia fue un hecho inesperado para el arquero de Padua. Una lesión del portero titular Buffon en un amistoso frente a Noruega pocos días antes de comenzar el campeonato, le abrió las puertas de la portería "azzurra".

Su día llegó el 29 de Junio, en un escenario pensado para que la selección holandesa entrenada por Frank Rijkaard, confirmase su presencia en la final del torneo; el majestuoso Amsterdam Arena.

Las cosas no pudieron transcurrir mejor para el conjunto local, ya que a la media hora ya jugaban con un hombre más por expulsión de Zambrotta. Holanda falló dos penaltis durante el encuentro, uno parado por Toldo y el otro estrellado en el palo de la portería, donde el gigante guardameta italiano intimidaba con su presencia.

La "orange" viviría su momento más negro en la tanda de penaltis, en la que Toldo terminó de convertirse en el gran héroe del equipo entrenado por Dino Zoff.

En la final sin embargo, cuando Italia ya abrazaba la segunda Eurocopa de su historia que sería el primer título en los últimos 18 años, la estatura de Francesco Toldo le jugó una mala pasada en la última acción del encuentro. Sylvaint Wiltord batía de disparo raso al italiano, al que el balón le hizo un extraño cuando se encontraba a punto de despejar.

Nadie culpó a Toldo del subcampeonato, ya que el país de la bota señaló en el punto de mira a Del Piero y sus ocasiones erradas. Toldo sentó cátedra en aquel campeonato pese a la derrota.

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