Robinho, el jugador que quiso pero no pudo
El brasileño no ha llegado al nivel que se esperaba

Las leyendas son tales porque nadie les igualó, porque eran diferentes, porque no tuvieron rival alguno que les pudiera hacer frente en su respectivo ámbito.
Nada de imitaciones, nada de "este jugador se parece a...". Los grandes futbolistas son grandes por ellos mismos. Así siempre serán recordados.
El problema llega cuando se tiende a comparar, a equiparar jugadores, trayectorias, cifras. Muy de moda últimamente, por cierto. Brasil y Argentina, sobretodo, siempre mantienen el monotema de sacar a la luz sucesores para sus dos respectivos jugadores en la Historia como son Pelé y Diego Armando Maradona.
Uno de tantos casos fue el de Robson de Souza, conocido por todos futbolísticamente como Robinho. Jugador brasileño que comenzó su carrera profesional en el Santos y que prematuramente, como suele ocurrir en multitud de casos en el fútbol sudamericano, puso rumbo al codiciado fútbol europeo.
Como suele ocurrir en muchas ocasiones el trato de las jóvenes perlas no es el mejor, no es el más adecuado. Se intenta vender un valor seguro de futuro que en muchos casos se queda en mero humo, en buenos jugadores, sí, pero que para nada llegan a consagrarse en esas grandes estrellas que tanto se pregoman a los cuatro vientos.
Su primer destino, un grande, una potencia, el Real Madrid. De la mano de Florentino Pérez llegaba al viejo continente bajo el cartel de sucesor de Pelé. Si alguien hubiera buscado vídeos suyos habría encontrado driblings endiablados, regates maravillosos dignos de una superestrella. Sin embargo, no todo ha sido como se esperaba. Un buen jugador sin duda, pero en ningún momento nada que ver con la súperestrella que desde Brasil se vendió.
Técnicamente bueno, pero no excelente, al menos productivamente. Goleador de segundo plano, pero no el killer que parecía vivir en el Brasileirao.
Un futbolista que llegó a España y que en su primer balón que tocó en el Ramón de Carranza, frente al Cádiz, fue capaz de hacer un sombrerito con un sutil toque. Su salida al campo dotó al Real Madrid de dinamismo, sin duda, pero en sus tres temporadas jamás acabó por convencer. Irregularidad sumado a ciertas salidas nocturnas que encendieron a la afición blanca.
Su nombre nunca estuvo entre los indiscutibles, pero su ego sí parecía estar a la altura de sus pretensiones. Una salida por la puerta trasera hizo que sobre la bocina en el cierre del mercado de fichajes en 2008 dejara la capital española por Manchester, ante uno de los proyectos más prometedores del viejo continente y que, bajo un sueldo mayor que en Concha Espina, se convertía en nuevo jugador citizen.
En Inglaterra su paso fue puramente humo. Nada de nada prácticamente. En España se le había olvidado, al menos mientras él no se dedicaba a mandar recados con destino Madrid, para que se siguiera hablando de él. Fue la estrella del conjunto citizen durante su etapa en Inglaterra, pero también cabe decir que fue uno de los primeros desembolsos del jeque, por lo que no tuvo que compartir vestuario con otros jugadores de primera talla mundial que le pudieran hacer frente en su ego personal. Pronto salió cedido a Brasil, a su Santos de toda la vida, donde comenzó a recuperar sus mejores regates de cara a la galería junto a un Neymar que ya empezaba a dar que hablar.
Actualmente milita en el Calcio, en las filas del AC Milan y su papel es importante, pero siempre bajo el prestigio de Zlatan Ibrahimovic y los veteranos Nesta, Seedorf y Ambrosini.
Pura irregularidad acompañada de fiestas nocturnas que en muchas ocasiones han sido más noticia que sus goles. En Madrid le pusieron en la diana y, entonces, respondía con goles y alguna recriminación a la grada.
Un jugador que en su carrera deportiva hasta el día de hoy, con 28 años, se ha dejado influenciar por sus agentes, quien le hacían ver que primaba el dinero por delante de los proyectos deportivos. Así, una llegada galáctica a Madrid y una salida precipitada con destino Manchester que seguiría engordando sus cuentas bancarias.
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Se presentaba en el horizonte una estrella, un jugador determinante, de los que siempre quedarán recuerdos en las retinas de los aficionados. Sin embargo, malas influencias, mala preparación en lo psicológico, han dado paso a un futbolista de exquisíto nivel técnico, con ciertos ápices goleadores, pero que para nada se corresponde al proyecto de megaestrella mundial que se esperaba y que, por el momento, sigue jugando a ser futbolista en el fútbol italiano esperando, quien sabe, a un club que le aporte un buen contrato multimillonario.