La página gris de una leyenda llamada AC Milan
Es un equipo que lucha más con el peso de la camiseta que con los recursos
Érase una vez un equipo llamado AC Milan cuyo juego convencía a conocidos y extraños, siempre con grandes jugadores y portento físico. A lo largo de la historia rossonera, son muchos los nombres y épocas que responden a esa descripción. Quizás podemos empezar por el sueco Gunnar Nordahl y sus 210 goles para dos campeonatos en los años 50, pasando por el "Golden Boy" Gianni Rivera, el Milan de Sacchi con el magnífico trío holandés de Rijkaard – Gullit – Van Basten, Balones de Oro como Weah o los más recientes Shevcheko y Kaká sin olvidar auténticas leyendas del fútbol mundial "100% made in AC Milan" como Paolo Maldini. Son 113 años de historia para coleccionar 47 trofeos en sus vitrinas (29 en Italia y 18 internacionales) para ser uno de los clubes más grandes del planeta.
En los últimos años, sin embargo, el Milan ha ido mermando su calidad hasta reducirse a un equipo que cuenta con tan solo dos jugadores Top 5 además de viejas glorias oxidadas, un puñado de obreros que van de lo bueno a lo discreto para terminar con uno que otro personaje que nadie se explica qué hace por los lares de Milanello.
No cabe duda de que Ibrahimovic y Thiago Silva están entre los mejores cinco atacantes y centrales del mundo respectivamente; hoy por hoy, quizás hasta entre los mejores tres. Zambrotta, Gattuso, Nesta, Inzaghi pero sobre todo el inmenso Seedorf han dado muchísimo al fútbol pero los años no pasan en vano y el aporte de estos mitos es a cuentagotas. Luego están los Boateng, Robinho, Nocerino o Mexes que son jugadores unos buenos y otros regulares, que en la Serie A pueden parecer mucho mejor de lo que son pero que en Europa no resuelven los partidos; de hecho, no crean gran dificultad a los grandes rivales. Hasta que llegas a jugadores como Mesbah, Bonera, Muntari o Maxi López que, por más que te lo tratas de explicar, no sabes cómo llegaron a un grande como el Milan. A esto se le suma un entrenador como Allegri que, pese a haber quedado campeón 2010/11, nunca ha tenido planteamientos ambiciosos, que a veces se esconde en las ciertamente innumerables lesiones y en otras detrás del escudo de las decisiones arbitrales que le penalizan.
La notable crisis del fútbol italiano ha hecho que Ibrahimovic y poco más sean suficiente para que este Milan haya ganado el "Scudetto" el año pasado y sea líder en la actual campaña. Pero que nadie se deje engañar: el Milan que se ha visto en el Camp Nou es el mismo que veríamos contra Real Madrid, Bayern o cualquier otro club de alta esfera europea. Y quizás no sólo si se piensa en la traumática eliminación el año pasado a manos del Tottenham en los octavos de final de la Liga de Campeones. Esta versión del siete veces campeón continental, un equipo que lucha más con el peso de la camiseta y con el orgullo que con los recursos.
Los "rossoneri" se fueron del Camp Nou con apenas 39% de posesión del balón y 21 tiros en contra (38 en 180 minutos) pero prefieren hablar de dos penaltis sacrosantos como inventados por el árbitro. Éste no es el Milan que conocimos y admiramos durante años; no es ese del buen fútbol que se hizo respetar por todos.
Marcello Lippi, ese que destronó al gran Milan de Capello en los años 90, decía que los grandes tienen un ADN del cual no pueden prescindir para escribir las mejores páginas de su historia. El Milan quizás gane su 19º Scudetto en mayo, pero sin esos buenos pies que deleitaban o esa presencia que intimidaba al rival desde el túnel. Será una victoria pequeña escrita en alguna página gris de una leyenda llamada Associazione Calcio Milan.