Chelsea: Ramires, el 'keniata azul'

Destaca por sus dotes de aceleración, carrera y despliegue ofensivo y defensivo

Brasil es uno de los países más avanzados y populares en lo que a la cirugía plástica y medicina estética se refiere. Su segundo lugar en el ranking mundial define el concepto que tienen los brasileños de su físico y de cómo actuar contra la edad o contra sus indecisiones personales. Tal demanda aparece respaldada por los mejores tratamientos y cirujanos (acreditados por el Consejo Médico Federal de Brasil) pero sobre todo, a un precio incomparablemente inferior al de sus competidores estadounidenses o europeos. Toda esta amalgama de detalles y facilidades, ha convertido a Brasil en el centro mundial de operaciones plásticas (casi un millón al año). Y como la curiosidad de la sociedad brasileña es también una de sus mayores singularidades, no tardaron en desvelar cómo varios futbolistas habían acudido a una de estas clínicas para diversas modificaciones en su físico.

Hace un par de años, uno de los rumores de raíz estética sacudió a los integrantes de la plantilla de Cruzeiro, ya que en Belo Horizonte se sitúa uno de los centros más valorados del país. A medida que las informaciones iban ofreciendo nombres de futbolistas que se habían dejado caer por allí en busca de mejoras o con la intención de poner fin a una merma que pretendían liquidar, la afición más aplaudía a uno de sus iconos. Se trataba del menos agraciado, del más indecente, seguramente el más desgarbado y el que siempre desentonaría en la foto oficial. Nunca daba lustre al traje, se mostraba garboso y acababa siendo el más bizarro. Pero nunca frenaba sus energías, incansable, correoso, potente, sacrificado y de amplio recorrido. Tanto, que aquellos días donde lo estético era repelente, convirtieron en ídolo Raposa al brasileño más insólito, su particular 'keniata azul', Ramires.

Su físico poderoso pero no muy artístico, así como sus dotes para la aceleración, carrera continuada y despliegue de área a área en labores tanto defensivas como ofensivas, motivó que aquél 'corredor de fondo' que acababa de llegar a Belo Horizonte, liderara el por entonces proyecto de Libertadores. Ramires, enfundado en el azul potente del Mineirao, apenas había costado 300.000 dólares semanas antes, ya que el modesto Joinville no era lugar para sus pretensiones. Tal fue la exhibición física del 'keniata' durante esas dos campañas, que pese al estilismo y perfil del fútbol brasileño, que exalta ideales alejados de lo que Ramires podría aportar, acabó por convocar para la selección al mediocentro que había ganado la batalla a base de kilómetros y energía inagotable. Ganó la medalla de bronce en las olimpiadas de Pekín, debutó en eliminatorios para Sudáfrica 2010 y participó en la Copa Confederaciones, argumentos suficientes para considerar que Europa le reservara un lugar.

Ramires

Tan pronto como el Benfica puso 7.5 millones de euros en la mesa del Cruzeiro, Ramires firmó por cinco campañas en un contrato que iba a romperse en solo un año. Su desempeño, agilidad e hiperactividad sobre el césped, fueron la base de la medular del primer gran proyecto de Jorge Jesús con las Águilas lisboetas. Siete goles, 43 partidos como 'intocable' y un 'doblete' (Liga y Copa), generaron argumentos extraordinarios sobre el mediocentro más valorado del campeonato portugués. Un escenario ideal que generó ofertas impensables. El Benfica vendió ese mes de junio el 50% de los derechos del brasileño (adquiridos por Jazzy Limited), lo que finalmente facilitó que el Chelsea depositara 22 millones de euros por su pase. De esta manera, Ramires superaba cifras de delanteros estrella en su país pues, por ejemplo, Alexandre Pato, había llegado un par de años antes por la misma cifra pese a ser considerado el delantero del futuro en la canarinha. Una comparación que volvía a poner de manifiesto lo valorado que está el músculo y la energía en el fútbol actual. Tanto, que su dorsal nada más llegar fue el 7 (liberado por Shevchenko). Ramires volvía a ser azul en Londres.

Desde entonces, su rol ha crecido exponencialmente en el proyecto del Chelsea. Primero fue suplente de Essien para convertirse posteriormente en escudero de la medular y ahora intocable en cualquier esquema Blue. La pasada temporada su desempeño se centró en guardar la posición, equilibrar el sistema y responder ante cualquier error defensivo o necesidad de repliegue. Su corpulencia, interminable energía y capacidad regenerativa, son una seguridad plena para sus compañeros, conscientes del rol determinante el brasileño. Este curso, marcando ya algunos goles, ha crecido y mejorado notablemente su aportación, descolgándose en ataque, actuando como interior y gozando de plena libertad para tomar relevancia en destrucción o en despliegue, pues su fuerza y potencia ha generado estragos ante la imposibilidad de darle caza una vez arranca. Un tren inferior poderoso y una mentalidad infatigable.

Hace apenas un mes firmó su ampliación de contrato hasta 2017, ejemplo de su brillante desempeño y del papel vital que representa hoy en el futuro Blue. No es atractivo, modélico ni elegante, pero su tenacidad es única y especial. El brasileño menos canarinho de la historia brilla con luz propia lejos de casa y en un entorno nada habitual, pero siendo clave, internacional y feliz. El ‘keniata azul’ nunca falla.

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