Scarface vuelve a casa

Jugó en el Velodrome durante 3 temporadas

Cuando suene el silbato del español Velasco Carballo dando inicio al Olympique de Marsella – Bayern de Munich correspondiente a la ida de los cuartos de final de la Champions League, habrá un francés con camiseta alemana que esté pisando por primera vez desde que emigrara la que fuera su casa durante 3 temporadas. Apenas 3 temporadas que sirvieron para encumbrar al que el mismo Zinedine Zidane señaló como “la joya del fútbol francés”. Pero esta joya ha tenido que ir puliéndose a lo largo de una vida llena de problemas y dificultades pero como a sus rivales en el terreno de juego, Frank Ribéry los ha ido sorteando uno a uno para poder llegar al estrellato futbolístico europeo.

Y es que la historia de Ribéry no se entendería sin las dos enormes cicatrices que tiene en su cara. Cuando apenas tenía 2 años de edad sufrió un accidente de tráfico que le desfiguró el rostro. Ahí comenzó el calvario de Ribéry y el apogeo de “Quasimodo” o “Scarface” ,apodos que le ponían en el colegio e instituto donde la imagen y el “qué dirán” suelen crear pequeños tiranos psicológicos con caras de niños con tal de ser “el más malo de patio”. Frank apenas era un niño que sentía sobre si la burla de todas las personas que le rodeaban y como el mismo ha reconocido en un par de ocasiones, “al principio lloraba en un rincón pero después comencé a pelearme con quien me insultaba”. Ribéry se hartó del mundo que le humillaba y decidió usar la fuerza física contra él. Esto le acarreó serios problemas disciplinarios que acabaron por ingresarlo en un internado, de donde también fue expulsado. Entonces comenzó a trabajar de peón de albañilería junto a su padre. Tenía 15 años.

Se levantaba a las 5 de la mañana, trabajaba casi de sol a sol y por la noche salía a beber hasta que su cuerpo dijera ‘basta’. Parece la típica historia del típico matón de barrio de no ser por una salvedad: Frank Ribéry tenía en sus pies la salida de aquel oscuro mundo. Y es que, como ya hiciera cuando estudiaba en el internado, se escapaba siempre que podía para jugar al fútbol en cualquier cancha. Y del equipo local de su pueblo, el Conti Boulogne, pasó a ingresar en las categorías inferiores del Lille, un equipo modesto pero mucho mejor preparado. Sin embargo, sus problemas disciplinarios acabaron por prevalecer sobre sus méritos deportivos y el conjunto francés lo expulsó de su escuela de formación. Fichó entonces por el US Bolougne y se casó con una franco argelina, Wahiba, que cambió su vida para siempre.

Y es que si a Ribéry le hicieran la típica pregunta, “¿Qué estarías dispuesto a hacer por amor”, podría responder, “a cambiar de religión” con conocimiento de causa. Y es que al casarse se convirtió al Islam, adoptando el nombre de Bilal Yusuf Mohammed. A partir de ese momento, su carrera futbolística no paró de crecer al mismo tiempo que su vida nocturna no hacía si no mejorar. Y así poco a poco progresando, y con la estabilidad emocional y sentimental que le daba Wahiba y su hija, con 21 años fichó por el Metz, conjunto que le situó en el punto de mira de la clase media europea. Fue el Galatasaray quien se llevó finalmente el gato al agua en 2005, pero problemas de impagos hicieron que Ribéry abandonara el club a los 6 meses para fichar por su hoy rival, el Olympique de Marsella.

En Marsella fue cuando “Scarface” se hizo definitivamente un nombre en el panorama futbolístico europeo. Estaba considerado como uno de los mejores extremos europeos del momento y, aunque no pudo brillar en el Mundial 2006 por una lesión, los grandes conjuntos se peleaban por contratar sus servicios. Sus horas en Marsella estaban contadas, más cuando fue nombrado por la revista France Football “Futbolista Francés del Año”, acabando con un reinado de 4 años de Thierry Henry. Ya nadie se reía de “Quasimodo”, ahora todos lo querían y alababan. Estaba en la cresta de la ola. Al final, ni Real Madrid, ni Chelsea, ni FC Barcelona… fue el Bayern de Munich quien se hizo con sus servicios, previo pago de 25 millones de Euros. Con Ribery, Luca Toni y Miroslav Klose, aquel Bayern aspiraba a todo. Cogió sin tapujos el “7” que había dejado vacante un mito como Mehmet Scholl y, partiendo desde la banda izquierda, asombraba una y otra vez a los espectadores del Allianz Arena. El Bayern ganó la Liga, la Copa y llegó a semifinales de la Copa de la UEFA. Ribéry, por su parte fue galardonado con el premio al mejor futbolista de la Bundesliga 2008 y revalidó el título de mejor futbolista francés del año. Eran momentos dulces para él que se prolongaron otra temporada espectacular más.

Pero cuando has sido un niño problemático, criado casi en la calle y humillado a diario por todo tu entorno, no estás acostumbrado a que todo el mundo te halague. Y cuando llegan los grandes equipos europeos con 65 millones de Euros dispuestos a pagarlos por ti, has de tener muy buena cabeza para poder llevar el éxito. Y Frank no supo llevarlo. “Sólo saldrá del Bayern por 100 millones de Euros” declaraba Uli Hoeneb ante los rumores de venta… tiempo tendría de arrepentirse. Porque fue comenzar la temporada 09/10 y diluirse cual azucarillo la tremenda carrera de Ribéry. Las lesiones lo azotaban semana si, semana también. Además, tuvo grandes roces con Louis Van Gaal que lo mantuvieron un tiempo en la grada y su comportamiento en el terreno de juego dejaba bastante que desear. “Bad” Ribéry había vuelto a las andadas.

Y como cuando algo puede ir a peor, irá, se destapó el escándalo de la prostituta menor de edad. Ribéry fue llevado a juicio en 2010 por mantener relaciones sexuales con una menor de edad, prostituta, en 2009, junto a otros miembros de la selección francesa de fútbol. 3 años de cárcel sobrevolaban la cabeza del extremo francés mientras su equipo luchaba en las semifinales de la Champions League. Finalmente el juicio quedó inocuo para el francés porque la señorita de compañía declaró una y otra vez que el futbolista no conocía su edad real y no podría llegar a imaginarla. Excluido este episodio, la imagen de Ribéry ya no fue la misma. Ni dentro ni fuera del campo.

Y en este punto de la historia estamos. Frank nunca ha vuelto a ser aquel futbolista que arrasaba entrando por la banda y por el cual se peleaba media Europa. Además, ha perdido protagonismo en el juego del Bayern de Munich y a sus 28 años parece que su carrera deportiva ya ha vivido sus mejores años. Pero, ¿quién si no él mismo puede revertir esta situación? Hoy volverá a unas eliminatorias decisivas de la Champions League, esta vez sin presión mediática y además volverá a su casa. Era el último “marsellés ilustre” que faltaba por volver al Velodrome tras su partida, toda vez que Nasri y Drogba ya lo hicieran. Hoy la que fuera su afición le pitará como a cualquier rival. Sin embargo, cuando pite el final del partido Velasco Carballo, Ribéry volverá a ser el ídolo marsellés que fuera durante 3 temporadas. ¿Volverá a recuperar su nivel? Como en su adolescencia, en sus pies está la solución…

[video:http://www.youtube.com/watch?v=HJh5tC2xZ48&feature=related]

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