Maxi López: ironías y aventuras de una gallina
El italiano jugó en el Barcelona antes de llegar al Milan
Ninguneados e infravalorados, hay jugadores que no encuentran la aprobación del entorno durante toda su carrera. Son criticados en cada acción, decisión o aventura pero, sobre todo, gozan de una masa de aficionados negativamente especiales, que jamás quedaron prendidos por sus cualidades, sino que ironizan con todo aquello que puede generar mofa. No valoran sus habilidades, pero sí sus errores, sus fracasos y sus anécdotas, que alimentan diariamente con la única intención de aglutinar datos para su desprestigio. Uno de estos jugadores, eternamente vinculado a comentarios jocosos y siempre difamatorios, es Maxi López.
No había acabado de triunfar en River Plate (justo después llegó la corta época de Higuaín) cuando el Barcelona, que había perdido por lesión a Henrik Larsson, buscó en el argentino a un delantero que pudiera reforzar su plantilla para la segunda fase de la campaña. Este inesperado refuerzo culé, muy alejado de lo que hoy marcan los cánones de la entidad, reactivó un ejército de hinchas argentinos que no podían creerse que un punta sin apenas experiencia y con registros goleadores nada notables, pudiera haber alcanzado tal escenario internacional como primer salto a Europa. Blogs satíricos, webs irónicas y comentarios ridiculizando una supuesta falta de capacidad para tan imponente aventura, iniciaron un camino tan cáustico como agresivo.
Se pidió con una fuerte carga mediática en la red su convocatoria para el Mundial 2006, se inventó un supuesto romance con la mujer de un Frank Rijkaard que era su técnico por aquél entonces o se le apodó el ‘Drogba Blanco’ porque falló un penalti contra Boca el mismo día que Drogba lo clonó ante Egipto (siempre en sentido despectivo). Incluso a su mujer, la impresionante modelo-presentadora argentina Wanda Nara, siempre se le atribuyen comentarios que dudan de la capacidad de su marido, al que por cierto, suele perjudicar con sus salidas de tono o rocambolescas declaraciones altisonantes. Mujer que, por otra parte, suele generar conflictos en la red con otras ex novias de su marido y es que a Maxi siempre se le enroló en el universo de ‘botineras’.
En el césped, irregularidad y giros imprevisibles. No pudo encontrar perfil de extranjero de nivel en la Premier Rusa (jugó en el ya extinto FC Moscú), tampoco en sus cesiones por Mallorca o Gremio (aunque en suelo brasileño sí marcó goles importantes en poco tiempo, se tuvo que marchar amenazado por varios sectores radicales de su entorno) pero sí vio la luz en Italia. La Serie A le otorgó una opción en ese Catania que habla absolutamente argentino y que encontró en Maxi al delantero que salvara a los sicilianos de apuros clasificatorios con 22 goles. Cifras que quedaron en la mesa y que, a la postre, sirvieron para que tras la desgraciada ausencia de Antonio Cassano en el ataque del Milan, Maxi acabara en San Siro este invierno. Siempre rodeado de polémica poniendo en duda una vez más su capacidad puesto que Adriano Galliani cometió el error que evidencia una frase como esta: “Ficharemos a un delantero. Será elegido entre Tévez o Maxi López”.
Más allá de que en sus mínimos minutos como rossonero ya ha logrado marcar varios goles importantes (va a ser clave para el Scudetto el que logró en Friuli para remontar al Udinese), la línea de la anécdota constante jamás lo abandona. Este miércoles, vestido de milanista, tendrá enfrente al que fue su primer club europeo y la primera aventura en una carrera con más renglones irónicos que elogios futbolísticos pero que puede alardear de haber jugado en dos campeones de Europa. Como culé sólo dejó una mítica imagen en Champions ante el Chelsea, con aquella celebración histórica de la ‘gallina’ que tampoco favoreció su ‘prensa’. Recuerdos de una época “perfecta donde la combinación de ciudad y club fue ideal porque se ganó el primer título en años nada más aterrizar”. Es el ‘otro’ culé infiltrado en la noche Champions.
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