El día que César jugó de portero...
César y Messi, dos símbolos del fútbol en diferentes épocas
César Rodríguez Álvarez, "el pelucas", como era conocido debido a su prematura alopecia, ha acaparado portadas y titulares en los últimos días, a causa de la polémica suscitada en torno a las cifras que se han manejado sobre el número de goles que marcó con la camiseta del Barcelona. Ajeno a la noticia que le ha hecho protagonizar las cabeceras de la prensa del nuevo milenio, aquella que no conoció y que no hubiera entendido, el recuerdo de su figura nos invita a la reflexión.
César nos dejó hace 17 años, en Marzo de 1995. Tiempo suficiente para que un monstruo de Rosario volase hacia la cima. Leo Messi ha superado al "leonés de oro" de la historia del Barça. La "pulga" toma el testigo del "pelucas".
César nació en León dos meses antes de que la selección española iniciara su andadura en los Juegos Olímpicos de Amberes. Casualidad más que premonición, 1920 marca el punto de partida de España en las competiciones internacionales, y trae al mundo a uno de los mejores goleadores de la historia de nuestro fútbol.
César no tendrá demasiada suerte con el combinado nacional, en parte porque no pudo disputar un mundial hasta 1950. En aquella Copa del mundo de Brasil, forma parte de la expedición española aunque no llega a disputar minutos, relegado a la suplencia desde que disfrutara de su última presencia internacional previa al campeonato, en Marzo de 1949 ante Italia.
César marcará época en el Barcelona, al que llegó con 18 años. Su primer sueldo en el primer equipo fueron 400 pesetas, y precisamente esa cifra, era la que recordaba el leonés cuando le preguntaban cuantos goles marcó con la camiseta azulgrana: "Cerca de 400"… ajeno a Messi, a bases de datos y a la fiebre publicitaria actual.
Porque el fútbol de César era otro; la vida tras la posguerra, el servicio militar obligatorio (del que no se salvaban ni los futbolistas de grandes equipos). A Falta de pan y garbanzos, fútbol y toros iban a ocupar gran parte del alma de aquellos españoles de los años cuarenta; los que no tuvieron que irse del país ya fuera por sospechoso o prófugo, o en busca de un futuro mejor. César iba a ser uno de aquellos ídolos de una España que buscaba héroes.
Y entonces comenzó a marcar goles en serio, porque al igual que Messi, el delantero abandonó su tierra en busca de poner fin a sus dificultades; para César, marcar era la solución al hambre y la hambruna. Para Messi, el gol se convirtió en la escapatoria a su problema de crecimiento. En eso, César y Messi lo comparten casi todo; quieren la pelota, miran de frente a la portería y son capaces de sorprender con lo imposible.
Tras ayudar al Granada (en el que estaba cedido) a conseguir el ascenso, César se gana pronto un puesto en el Barcelona. Dos goles ante el Betis en la quinta jornada de la Liga 1942-43, le conceden la simpatía del aficionado culé. Serán los primeros que marque en primera división con el equipo catalán.
Pero existe una anécdota no muy conocida de César Rodríguez, del que se recuerda su olfato goleador y su presencia en muchas alineaciones del Barcelona. Ocurrió el 3 de Diciembre de 1944, el día que César jugó de portero y su equipo ganó, gracias a un gol suyo por cierto.
Llegaba al Camp de les Corts el vigente campeón de liga, el Valencia Club de Fútbol, con el papel agotado y dejando una recaudación muy propicia para las arcas del Barcelona. Los valencianos tenían un conjunto muy fuerte, con el gran Eizaguirre bajo palos y los temibles Igoa, Gorostiza y Mundo como hombres de lanza. En el Barça destacaba César, que se iba a convertir en el auténtico héroe de la tarde.
El partido fue muy duro, una batalla táctica entre los dos entrenadores, Josep Samitier por parte del equipo catalán y el carismático Eduardo Cubells Ridaura en las filas valencianistas. César adelantó al Barcelona a los dos minutos del segundo tiempo. La salida en tromba del equipo azulgrana provocó que los valencianistas cedieran la posición del campo, que tan bien habían ocupado en la primera mitad. Aquel Valencia sabía mover la pelota y podía ser letal en cualquier acción. El gol barcelonista encendió la luz de alarma en los "ché", que invadieron esta vez de forma aplastante, el área de gol del Barcelona.
En uno de esos ataques, el brillante Gorostiza choca con el portero local Velasco. El colegiado, Pedro Escartin, no aprecia intencionalidad en la entrada que realiza el delantero valencianista. Pero Velasco cae lesionado y debe ser retirado. El Barcelona pierde un futbolista vital, y debe buscar una alternativa en la portería para los 22 minutos que todavía restan por jugarse.
César asume la responsabilidad y se coloca bajo palos. El hombre que tiene la obligación de marcar goles para el Barcelona, debe encargarse ahora de evitarlos. El Valencia no especula con la nueva circunstancia del partido; consciente de la inferioridad de su oponente, se lanza en un ataque desesperado a la portería defendida por César. El Barça se encierra en su área y se aferra a la garra para aguantar un resultado que le colocaría líder del campeonato; el asedio de la delantera eléctrica valencianista no tiene premio, a pesar de que los azulgranas tienen el equipo partido, con César en portería y el resto de hombres metidos atrás, excepto Sospedra y el palentino Mariano Martín.
A falta de pocos minutos, Epi golpea el balón al centro del área, la salida de César es providencial y consigue despejar de puños. El Barcelona sigue sufriendo, mientras el colegiado Escartín ya mira su reloj pero deja seguir el juego. A punto de llegar al final, el delantero y "killer" del gol valencianista lo tiene en sus botas, Mundo dispara a puerta…
Y César bloca el esférico con estilo. De goleador a goleador, el leonés ha ganado la batalla. Termina el encuentro y el Barcelona ha conseguido doblegar al actual campeón. La carrera hacia el título de liga del Club de Fútbol Barcelona 1944-45 está servida.
César Rodríguez, el delantero de las mil batallas, el símbolo de la épica y del funcionamiento futbolístico de otro tiempo. Nunca conoció a Messi, pero juntos ya han escrito la paz del gol.
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