La moneda de Bremner y el Nápoles
Nápoles y Leeds, disputaron una eliminatoria muy especial en 1968

En Nápoles se recuerdan varias eliminatorias problemáticas ante clubes ingleses. En la Copa de Ferias 1966-67, se produjo el enfrentamiento ante el Burnley, un choque en el que los italianos recibieron un severo correctivo por parte de su rival. Un hecho que provocó de tal manera a la bulliciosa afición napolitana, que transformaron San Paolo en un campo de trincheras en el partido de vuelta. Aquellos incidentes quedaron marcados en la memoria de todo el fútbol europeo.
Un año y medio más tarde de aquella experiencia, el Nápoles revivía en la Copa de Ferias otro duelo ante un conjunto británico. Se trataba de un enfrentamiento especial, ya que en frente estaba el vigente campeón de la competición; nada menos que el Leeds United, entrenado por Don Revie.
Los ingleses habían comenzado la temporada de la mejor forma posible, ganando la Copa de Ferias ante el Ferencvaros. La final se había jugado entre Agosto y Septiembre de 1968, coincidiendo con el inicio de una nueva campaña en la liga inglesa. Un solitario tanto de Jones en el partido de ida, llevó el primer título europeo a la vitrina de Elland Road.
Mick Jones era uno de los integrantes de aquel peligroso conjunto entrenado por Revie. Delantero valiente y espigado, con gran zancada y certero remate, formaría junto a Allan Clarke, a partir de la temporada siguiente, una de las parejas atacantes más temidas del fútbol británico.
El Nápoles no pasaba por su mejor época en el momento de rendir visita al Leeds. Habían acumulado una trayectoria de siete encuentros sin conocer la victoria, aunque consiguieron clasificarse a la segunda ronda de la Copa de Ferias gracias a una oportuna victoria por 3-1 ante el Grasshopper suizo, en el primer choque de la eliminatoria.
Los napolitanos eran un bloque sólido, con algún futbolista de renombre como Antonio Juliano, centrocampista nacido en Nápoles en 1943. Internacional con Italia, fue uno de los jugadores que integraban la selección campeona de Europa en 1968, y tuvo el honor de disputar unos minutos en la final de la Copa del Mundo de 1970 ante Brasil.
Junto a Juliano, existía otro centrocampista que luchaba por un puesto en el equipo. Se trataba de Ottavio Bianchi, el hombre que llevaría a la gloria al Nápoli en la década de los ochenta, en este caso desde el banquillo.
Con jugadores como Zurlini, Panzanato o Pogliana, el juego defensivo de ese Nápoles conectaba a la perfección con el gusto italiano de la época, en el que imperaban valores de juego muy conservadores. Además, la línea de zagueros del equipo estaba dirigida y ordenada por la sobriedad del gran Dino Zoff, que jugó en el equipo napolitano durante cinco temporadas.
Pero en la plantilla existían dos hombres que marcaban diferencias respecto a los demás; el mítico goleador brasileño José Altafini y el legendario Enrique Omar Sívori, que estaba viviendo los últimos coletazos de una brillantísima carrera como futbolista. La eliminatoria frente al Leeds sería la última aparición continental del habilidoso mediapunta, ya que pocos días después se retiraría de la práctica profesional, forzado por una lesión de rodilla.
El 13 de Noviembre de 1968, el Nápoles se presenta en Ellan Road. El Leeds juega con sus mejores hombres; un equipo que había comenzado la temporada ganando un título europeo y que terminaría la campaña 1968-69 como campeón de la liga inglesa, por primera vez en sus 50 años de vida.
El controvertido Gary Sprake, defendía la portería del Leeds United. Un arquero famoso por sus errores clamorosos en momentos puntuales. La defensa era uno de los puntos fuertes del conjunto de Revie, con el zaguero Paul Reany y el mítico "seis" del equipo, Norman Hunter; un futbolista que comenzó jugando de interior pero que fue reconvertido en defensa central. Su fortaleza le permitía salir indemne de muchos choques y poseía un estilo ciertamente ortodoxo, entre lo aparatoso y una particular habilidad para sacar el balón.
También en la zaga, se situaba un defensa escoba duro y contundente. Jack Charlton hacía de su imponente envergadura una virtud; su 1,91 de estatura le permitían sumarse al ataque con fortuna. Ante el Nápoles, fue el autor de los dos goles que permitieron al equipo inglés tomar una cómoda ventaja de cara al encuentro de vuelta. El resultado pudo haber sido más contundente si Dino Zoff no hubiera estado tan acertado abortando las acometidas de los británicos.
Peter Lorimer o Paul Madeley (el comodín del equipo, ya que se adaptaba a diferentes posiciones) llevaron el peligro al área italiana. El Leeds, capitaneado por el gladiador de Stirling, Billy Bremner, había demostrado su superioridad en el primer partido de la eliminatoria.
Las opciones del Nápoles pasaban por hacer de San Paolo una caldera. El recuerdo de la eliminatoria frente al Burnley años atrás estaba presente, pero los tiffosi napolitanos no estaban demasiado convencidos en la misión de hacer de su estadio un infierno para los británicos. La situación del equipo no era buena, y una derrota en Vicenza por dos goles a cero empeoró las cosas. Los aficionados estaban dispuestos a ir a la huelga…
Se organizó un boicot para el partido de vuelta europeo ante el Leeds. El inmenso San Paolo registraba una entrada muy pobre; aproximadamente 15.000 espectadores, el resto castigó al equipo con su ausencia. Pero cuando el balón se puso en juego, los petardos comenzaron a estallar en la grada y el Nápoles jugó como hacía mucho tiempo que no lo había hecho.
El joven Claudio Sala adelantó a los italianos en el primer cuarto de hora. Un gol que hizo albergar esperanzas de remontada entre la escasa presencia de valientes aficionados que aquella noche no habían dado la espalda al equipo. El Nápoles tomó la iniciativa durante gran parte del encuentro y el gran Sivori tuvo que retirarse de la batalla antes de hora. Cuando parecía que todo el esfuerzo sería inútil, un penalti cometido por Charlton y transformado por Antonio Juliano, llevó el empate al marcador. El Nápoles había conseguido lo más difícil, remontar al poderoso equipo de las islas británicas cuando tenía a sus propios aficionados en contra. Una lección de coraje y esfuerzo que condujo al tiempo extra. En la prórroga, el marcador no se movió, por lo que todo se decidió con el lanzamiento de una moneda…
Y Billy Bremner eligió bien. El capitán del Leeds tuvo la fortuna de su lado, como ya la había tenido dos años atrás en otro sorteo similar, también en Italia, con el Bolonia como damnificado. La alegría de Revie y su equipo campeón contrastó con la decepción de un Nápoles que rozó el milagro. Los enfurecidos seguidores napolitanos que habían dejado de lado a sus hombres, volvieron a sufrir otra derrota. Pero de alguna forma, significó el camino a la reconciliación con los suyos, que ese día si, habían dejado muy alto el orgullo del club.
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