85. Petr Dubovsky, el triste final de la primera 'víctima' de la irrupción de Raúl
Cinco años liderando al Oviedo acabaron en tragedia
La muerte nunca es oportuna, ni siquiera para aquellos que han tenido la fortuna de tener una vida lo suficientemente larga como para tener tiempo que perder. Quizás por ello el fallecimiento de Petr Dubovsky (Bratislava, 7 de mayo de 1972) estremeció al fútbol español. Con sólo veintiocho años y en el mejor momento de su carrera deportiva cayó por unas cataratas durante sus vacaciones en Koh Samui (Tailandia) en el verano de 2000.
Antes había vivido las caras más amargas y las más dulces en esto del fútbol. Se dio a conocer en el Slovan de Bratislava, cuando Eslovaquia (con la que fue internacional en treinta y tres ocasiones) todavía integraba Checoslovaquia (jugando trece partidos bajo esa bandera), con el que fue quemando etapas a un buen ritmo. Ganó la Liga en el 92 y en 1993 fue elegido el mejor jugador eslovaco sub21, méritos suficientes como para que Ramón Mendoza se fijara en él como un joven talento con nivel suficiente como para liderar la transición entre 'La Quinta del Buitre' y el equipo que debía acabar con el dominio culé en la Liga después de que en el verano de 1993 aún sonaran los ecos de su tercer título consecutivo.
Su primer año en Chamartín es positivo. Juega entre todas las competiciones treinta y dos partidos aunque sólo logra dos tantos: el que abrió el marcador ante el Valencia (3-2) y otro de idénticas características ante el Lugano en la extinta Recopa de Europa. A pesar de que para un jugador de 21 años tuviera muchos minutos de calidad su poco gol y su nula conexión dentro del vestuario y con la afición le otorgan rápidamente un papel secundario en su segundo año como blanco.
La temporada 94/95 fue dura para Dubovsky. Un nuevo entrenador (Jorge Valdano) que no cuenta nada con él, a la explosión de la dupla formada por Amavisca y Iván Zamorano y la aparición de Raúl dejan, entre Liga y UEFA únicamente ocho partidos oficiales. El último de ellos, uno de los más humillantes en la historia europea del Real Madrid, la derrota en el Bernabéu por 0-2 ante el Odense.
Así, con una Supercopa y una Liga bajo el brazo, pero con un protagonismo escasísimo, es traspasado al Oviedo el verano de 1995.
No se sabe si por haber madurado o si por llegar a un equipo con una exigencia menos fuerte junto a un entorno mediático más débil, en la capital del Principado, Dubovsky no sólo gozo de muchos minutos casi de manera inmediata, sino que se reivindicó como un fino atacante que, si bien no era un goleador, imprimía mucha clase a las acciones de ataque de un Oviedo que acaba de perder a varios de sus pesos pesados en aquel verano con la salidad e Jokanovic, Prosinecki, Sietes, o Cristóbal.
Incluso no llegó como fichaje estrella, ya que adelantándose al Atlético de Madrid, el equipo carbayón fichó al internacional ruso Viktor Onopko, convirtiéndose en una de las grandes llegadas a nuestra liga aquella temporada en la que la Primera División se amplió a veintidós equipos y el dinero de la tele permitía contrataciones de este tipo por parte de equipos de mitad baja de la tabla como el Oviedo.
Además de esas incorporaciones jugadores de la casa como Esteban, César o Iván Ania ayudaron al Oviedo a mantener la categoría con cierta solviencia además de regalar tardes de muy buen fútbol.
La clase, la conducción y su grandes disparos con la pierna izquierda ayudaron a 'Dubo' a convertirse en uno de los jugadores más queridos por la hinchada del Oviedo, a pesar de que irregularidad a veces sacaba de quicio, pero siempre aparecía en los partidos importantes. Pero fue ese maldito verano de 2000 cuando se nos fue.
Pasó partes de sus vacaciones en Bratislava, donde se pasó a ver la concentración de la selección española sub21 para ver a Iván Ania, uno de sus amigos y compañeros en Oviedo, preparándose para el Europeo de la categoría y citándose para la pretemporada en España tras un viaje a Tailandia... del que jamás regresó.
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Su muerte le convirtió en un mito del oviedismo: su dorsal, el diez, estuvo durante mucho tiempo retirado y muchos aseguran que de haber contado con él, el equipo no habría descendido el verano siguiente, siendo el primer paso hacia la actual situación en donde anda medio perdido por las categorías más humildes de nuestro fútbol.
El verano de 2000, con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento, se aprovechó la visita de Las Palmas (el equipo ante el que el Oviedo gestó la permanencia en 1999) al nuevo Carlos Tartiere para homenajear a Dubovsky. Todo el alevín B del Oviedo saltó al campo con una camiseta del eslovaco. Ese alevín B estaba compuesto por jugadores nacidos en el año de la desaparición del crack oviedista y convirtió aquellos minutos previos al partido en unos de los más emotivos de la historia del Oviedo.