86. Miguel Ángel Benítez, esos impulsos de Gil

Sin la exigencia en el Atlético, hizo un buen papel en el Espanyol.

Durante la década de los noventa el Atlético de Madrid efectuó una serie de contrataciones que bien podrían tener un apartado especial dentro de este especial de fichajes frustrados. Una amplia nómina de estrellas de vuelta o de extranjeros desconocidos que eran vendidos como futuros balones de oro generaban una expectación tan desmedida como las durísimas críticas que merecieron algunos de ellos, que lejos del Manzanares demostraron ser jugadores de nivel.

La historia de Miguel Ángel Benítez (15 de mayo de 1971, Santísima Trinidad) bien podría casar en el segundo grupo, ya que si bien jamás ganó peso en Atlético de Madrid, si que demostró, lejos de los focos del Calderón ser un jugador más que óptimo para el fútbol a primer nivel. Además su historia, llena de sacrificios, bien merece ser conocida.

Como tantos otros chicos que destacaban por aquel entonces ligas de difícil acceso en el Viejo Continente antes de que internet acortara las distancias, Benítez destacaba en el fútbol formativo paraguayo hasta llegar al Villa Elisa en 1990 con diecinueve años para pasar después por Deportivo Recoleta y Humaitá de Roque Alonso.

Sus representantes le consiguen una prueba con el Calpe alicantino, vendiéndole la idea a Benítez de que comenzar en el fútbol más humilde en España era un camino mucho más corto hacia la élite que destacar en la liga paraguaya. Benítez recuerda esa etapa como formativa y de adaptación a un juego muchos más exigente que el que hasta entonces había desempeñado.

Su rendimiento en el Calpe altísimo hasta el punto de que la huella que dejó le permitió ver cómo con su nombre se bautizaron una Pistas Deportivas años más tarde y que el Atlético de Madrid de Jesús Gil le fichara, siendo una de las contrataciones más sorprendente de aquel verano de 1993.

En una época turbulenta a todos los niveles, Benítez no acaba de contar con la confianza de ninguno de los entrenadores que tuvo (seis en aquella primera temporada) y, obviamente, está un par de escalones por debajo, todavía, de los que pasaban por titulares en aquel Atleti: el polaco Roman Kosecki, el mexicano Luis García y 'Kiko'. Así que en el mercado de invierno de 1994 se marcha cedido al Almería , en Segunda B por aquel entonces, después de siete partidos como rojiblanco.

Su vuelta al Calderón le permite destacar en pretemporada y comenzar la Liga 94/95 ante el Valencia siendo uno de los tres partidos que disputa antes de volver a ser cedido, esta vez al Mérida, con quien se convierte en un jugador importante en su histórico ascenso en el verano de 1995.

Aprovechando ese tirón, el Atlético le utiliza de moneda de cambio en la contratación de Roberto Fresnedoso y Benítez llega al Espanyol de Camacho con el que pone fin a su triste etapa atlética para comenzar su mejor momento deportivo como jugador 'perico'.

Desde el principio se convierte en titular gracias a su habilidad desde la posición de enganche y a su potente disparo, convirtiéndose en uno de los jugadores más admirados por los hinchas del Espanyol.

Sus actuaciones le permiten alcanzar la internacionalidad en 1996 y disputar el Mundial de 1998 donde Paraguay queda encuadrada en el grupo de España, y logra un gol en el último partido ante Nigeria.

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Aquella tarde, compartió protagonismo goleador con Celso Ayala, que dos años más tardes, sería un nombre marcado en su carrera, cuando el central defendía, también curiosamente los colores del Atlético de Madrid, y le lesionaba de gravedad y ponía, incluso, en peligro su futuro profesional.

Afortunadamente no hubo que cortarle la pierna, pero sí que su rendimiento cayó en picado acabando la temporada siguiente con un papel testimonial en el Espanyol que provoca tensiones hasta que el club le da la baja para volver al refundado Almería en el verano de 2002 con el que juega un año a buen nivel antes de dar por finalizada su carrera en España y vovler a Paraguay para jugar en Universitario, Deportivo Luqueño y Olimpia de Asunción antes de despedirse en 2007 jugando para el Guaraní.

Tras colgar las botas probó como entrenador en las categorías más humildes del fútbol guaraní dirigiendo al Silvio Pettirossi hasta 2009. Ahora se le puede encontrar disputando torneos de fútbol playa con fines ludico-comerciales.

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