El 'cadáver' de Fabri busca responsable
Los buenos resultados del Granada hacen que sean pocos los que aún echan de menos a Fabri
Hace poco menos de un mes el Granada destituía a Fabri como entrenador del primer equipo. Las primeras reacciones, por lo menos entre los aficionados que no seguían la actividad diaria del cuadro blanquirrojo era de sorpresa. Cierto que la primera medida que toma la dirección de un equipo en zona de descenso es la de cargarse al entrenador, pero con las opciones de mantenerse del Granada (en aquel mes de enero) y tras dos ascensos consecutivos ¿qué esperaba la directiva? ¿no sufrir para mantener la categoría?. Incluso dentro de la hinchada granadina no era aceptada la medidad.
Pocos días después supimos que la relación entre el entrenador y un sector importante de la plantilla no era la mejor. Fabri había cuestionado su rendimiento en algún partido de manera pública y eso no había sentado nada bien a los jugadores (más allá de que tuviera o no razón) por lo que no dudaron en, como se dice vulgarmente, hacerle la cama, quitárselo de encima como en tantas otras ocasiones hemos visto.
Siendo Abel su sustituto y sin que sirvan estas líneas para desmerecer sus aptitudes para hacer un buen trabajo al frente de su nuevo club, no me puedo imaginar que un equipo que el mismo equipo al que Fabri pedía algo más de orden e intensidad en el juego haya sido capaz de sacar nueve de los últimos doce puntos, colocándose con veintiocho unidades, a cuatro de los puestos europeos (aunque eso es otra historia) sólo con la idea de ser más ofensivos en sus disposición.
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También a alguno le ha sonado todo esto a una jugada de Quique Pina para 'colocar a un aliado' como Abel (ambos coincidieron en el Ciudad de Murcia) dentro del club, pero, sinceramente, pienso que es demasiado maquiavélico pensar así y, más allá del sentimentalismo merecido que despierta Fabri para el equipo, su salida del club me parece un movimiento responsable por parte de la dirección. Si no se vieron con tiempo como para provocar un acercamiento entre jugadores y técnicos, esa situación había que cortarla de raíz cuanto antes e, injusticias del fútbol, es más fácil cambiar a uno que a diez.
Vistos los resultados, parece que es lo que los jugaodres querían.
Y llegados a este punto ¿es legítimo que los jugadores tengan tanto poder? No sólo son los trabajadores mejor remunerados de una institución sino que desde el puesto con menos poder de decisión a nivel organizativo son capaces de cambiar a su jefe sin sufrir represalias inmediatas. En ocasiones oímos hablar de 'la dictudura del resultado' pero cabría sentarse a buscar un término igual de déspota para referirse de manera más dura a los jugadores que manipulan la competición para tener a un entrenador menos exigente o de su misma 'cuerda'.