Falcioni presenta la renuncia

¿Una nueva víctima de Riquelme?

Boca Juniors es un club especial. Un grande del fútbol mundial con una incontable masa social que lo alienta y lo mima de manera incondicional. Fabrica ídolos y con cierta frecuencia escribe páginas importantes en la historia del fútbol. Quizás por ello, la exigencia en el día a día de la primera plantilla es máxima y genera tensiones que hay que saber gestionar.

El equipo xeneize volvía a la Libertadores esta semana tras tres años de ausencia. A pesar de que eso es mucho tiempo como para notar la diferencia con otros rivales que no han fallado tanto al torneo más importante de la CONMEBOL, su historial le colocaba ya antes de jugar como uno de los candidatos al título. No es para menos, llegaban con un equipo que había ganado el torneo local invicto y dando una imagen muy sólida (a la par que poco vistosa) pero dicen que los títulos lo tapan todo.

El debut en esta edición, eso sí, fue un tanto decepcionante. Un empate a cero en su visita a Zamora en Venezuela que dejó frío a quienes vieron el partido, ninguna sensación, ningún golpe a la puerta para recordar a otros candidatos que han vuelto y la idea de que se dejaron esacapr dos puntos que quién sabe si podrán ser vitales a la hora de llegar a las eliminatorias con el factor del campo a favor.

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A partir de este pobre empate nace la última polémica en la Casa Amarilla que ha terminado con la renuncia Julio César Falcioni a seguir dirigiendo al equipo. Según cuentan (y nadie ha oficializado) todo nació cuando el técnico recriminó a Darío Cvitanich no seguir con la idea inicial de jugar abierto y transitar demasiado por el centro del campo. El punta tuvo una desafortunada respuesta, quizás la que deja más expuesto delante del grupo a un técnico: seguía otras instrucciones de dentro del campo. No es el primer caso de un equipo que tras escuchar la charla de su entrenador decide obrar de otra manera ya sobre el césped, pero de cara a fuera, para el aficionado que no sigue a pies puntillas el día a día del azul y oro, no puede más que sorprenderle esta pequeña rebelión.

Y como en otras revueltas en ese vestuario, estaba por medio 'El cacique tranquilo': Juan Román Riquelme quien también recriminó al entrenador algún punto de su planteamiento y sus modificaciones a lo largo del partido.

El enganche, ídolo histórico en Boca, no tuvo mucha continuidad la pasada temporada por culpa de las lesiones y a pesar de que su equipo ganó el torneo y que aprendió a 'sobrevivir' sin él, su vuelta al once iban a suponer dos problemas: reajustar el sistema a sus virtudes y, como ya indicó el 10 a título personal, tener más peso en el juego. Quizás no ser más vistosos pero sí vivir en la menor medida posible del error del rival. Así, se añade otro capítulo al libro de desencuentro de Román con un técnico en Boca (otro volumen de su carrera es el de los que tiene con compañeros).

Pero ahora en esta historia entra Daniel Angelici, presidente de Boca muy de la cuerda de Macri. Angelici, poniendo en antecedentes, fue tesorero en la presidencia de Ameal y se opuso a la renovación de Riquelme con Boca con las condiciones económicas que pedía el jugador. Al producirse la vuelta, éste presentó su dimisión pero, vueltas del destino, volvió a Boca como presidente, con más poder (en teoría) que tenía cuando se fue y con la intención de que el club se dirija desde los despachos y no desde los deseos de un 'líder que divide'

Y el presidente Angelici no es tonto. Sabe que un enfrentamiento directo con el ídolo de su afición no sería bueno ni para el club ni para su imagen, pero también sabe que cada vez hay más gente que cuestiona el poder de Román en Boca. También sabe que con el Clausura recién comenzado al igual que la Libertadores, sería un grave error dejar escapar al técnico y 'volver a empezar' mientras que el resto de los rivales ya están ensamblados. Por ello, presidente, técnico y varios jugadores se reunirán con la intención de, tal vez no reconcialarse, pero darse una tregua hasta que acaben los torneos. Una maniobra arriesgada, pero que de salir bien, podría presentar a Boca como un equipo peligroso, con intención de cerrar un ciclo, sí, pero con victorias finales.

Llegados a este punto, cabría reflexionar sobre el fútbol argentino. Sumido, como casi todos, en una grave crisis económica pero también de ídolos deportivos. Cada vez cuesta más ver asentarse a jóvenes talentos que sustituyan a los antiguos mitos y por ello jugadores como Riquelme o Verón pueden 'estirar' (dicho con todo el respeto del mundo) carreras en el primer nivel que no son justificadas, en muchas ocasiones, sobre el césped.

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