Oxlade-Chamberlain, el mago de Ox
El joven inglés se ha adaptado perfectamente al Arsenal

El pasado 27 de febrero se sacudió la realidad del Arsenal. La inesperada derrota en la final de la Carling Cup contra el Birmingham prolongaba la sequía de seis años sin títulos de los Gunners y sumía en la duda la idiosincracia del club londinense. Las críticas giraban con la figura de Arséne Wenger como epicentro. El hasta el momento intocable entrenador francés y a su política de fichajes desataron un intenso debate entre los partidarios del técnico francés y sus detractores, cansados de la ausencia de títulos en el Emirates Stadium.
Por primera vez desde que en 1996 se mudara a Londres, el galo se encontraba en el disparadero y paradójicamente quien le había puesto allí era un promesa rota como Obafemi Martins, autor del gol de la victoria del Birmingham. "Si en España un equipo pasa seis años sin ganar un título ya habría destituido a su entrenador varias veces", llegó a declarar Cesc Fábregas. La crisis de identidad del proyecto Wenger alcanzó cotas tan altas que desde el entorno del club se comenzó a insinuar un cambio en la política de fichajes y se apostaría por la veteranía, para aportar experiencia a un equipo tradicionalmente imberbe. Sin embargo, nada cambió en el Arsenal ni en Wenger y la mayor. Alex Oxlade-Chamberlain fue el reflejo de ello.
En un verano en el que el Arsenal buscaba reconstruir su identidad por las salidas de Samir Nasri y Cesc Fábregas, Arsène Wenger arriesgó pagando 15 millones de libras por un chico sin experiencia al máximo nivel. Su apuesta para el nuevo curso volvía a ser un talento imberbe, sin minutos de vuelo en las alturas. Esa apuesta respondía al nombre de Alex Oxlade-Chamberlain, quien alcanzó la mayoría de edad poco después de convertirse en Gunner y cuyo curriculum se reducía a haber completado una excelente temporada con el Southampton en la League One, tercera división inglesa. Jamás había jugado en Premier League, nunca había disputado un partido de competición europea y su tope había sido participar en dos partidos de Championship, segunda división en Inglaterra. Pese a su parca experiencia, Wenger confió plenamente en él para convertirle en la nueva estrella del Arsenal.
Lo cierto es que el Arsenal no había sido el único que interesado en este chico que sorprendía en la League One. Manchester United, Chelsea y Liverpool también pujaron por él, pero Alex prefirió seguir los pasos de Theo Walcott -con quien muchos comparan- y abandonar a los Saints para ser tutelado por Arséne Wenger. "El Arsenal tiene un gran entrenador, excelentes jugadores y un atractivo estilo de juego. Todos esos factores han provocado que me convierta en Gunner", comentó el jugador, quien fue incluido la pasada temporada en el once ideal de la League One.
El desastroso arranque de temporada de los Gunners en la Premier League aumentó de manera exponencial las dudas sobre Arsène Wenger, pero pronto comenzó a aparecer el sol en el Emirates Stadium. Los goles de un inspiradísimo Robin Van Persie provocaron que el Arsenal levantará el vuelo y bajo las alas del delantero tulipán los Gunners comenzaron disfrutar de nuevo con su juego. En ese escenario de optimismo, Wenger comenzó a dar minutos a su diamante en bruto, y Ox no tardó en demostrar los motivos por los que estaba considerado como uno de los jugadores más prometedores del fútbol británico.
Vertical, potente y con mucho gol. Esa ha sido la carta de presentación de Oxlade-Chamberlain durante sus primeros meses en el fútbol de élite. Su impacto ha sido inmediato. Ha marcado dos goles en Premier League, otro en Carling Cup y dos más en Champions League. Un total de cuatro goles en trece apariciones, más otros tantos con las categorías inferiores de la selección inglesa. Se ha convertido en la nueva ilusión del Arsenal. El Mago de Ox es quien mueve los hilos del futuro Gunners. Un día ilusionó a Arséne Wenger, le criticaron por ello, pero ahora todo el Emirates Stadium se ha rendido ante él. Su nuevo objetivo es la Champions League, y, sobre todo, el AC Milan, contra quien, Theo Walcott, jugó su mejor partido. El Mago de Ox quiere mejorarlo.
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