El 'Abecedario' del fútbol: Los Campanal
Tío y sobrino se convirtieron en ídolos del Sevilla.
El fútbol se lleva en la sangre y, en determinadas ocasiones, también en los genes. La historia de los Campanal está ligada por completo a este deporte y al Sevilla FC. Guillermo González del Río García (9 febrero 1912 – 22 enero 1984), conocido comúnmente como Campanal por la pedanía asturiana del mismo nombre, fue definido por Juan Arza como un jugador arrollador, enérgico y un fuera de serie.
Tras hacer sus primeros goles con la camiseta del equipo local, el Villalegre de Avilés, llega a Sevilla procedente del Sporting de Gijón. Su personalidad y sus cifras durante los diecisiete años que permaneció ligado al club, lo conviertieron en el mejor delantero centro de la historia de la entidad nervionense y alma de los “Stukas”, la delantera sevillista que a finales de los años treinta y principios de los cuarenta consiguió los mayores éxitos en los estadios españoles. Los números hablan por sí solos. En la temporada 40-41 derrotaron al Barcelona por 11-1 en el primer partido de Liga, con cuatro goles de Campanal, 10-3 al Valencia y 8-3 al Hércules. En la 41-42 , 10-0 al Oviedo y 7-2 al Hércules y en la 42-43, 6-0 al Zaragoza y 5-2 al Betis.
La presencia de Campanal fue perenne en las alineaciones entre 1929 y 1946. Desde el primer día la afición fue testigo de su olfato de gol, ya que marcó en su debut en el homenaje al onubense Matta ante el Recreativo de Huelva. Todo el que le vio jugar en directo lo describe colándose entre los defensas como un vendaval, mientras dejaba libre de marca a sus compañeros e incluso era capaz de anotar goles imposibles. Superó las expectativas y disparó las estadísticas: disputó 228 partidos de Liga en los que marcó 168 goles, y 53 de Copa en los que llevó 40 veces a la red.
En el plano internacional debutó con la selección en el Mundial de 1934 ante Italia. Se enfrentaban a la anfitriona en el estadio Berta de Florencia. Italia y España jugaron un tosco encuentro que finalizó con empate a uno y que pasó a la historia de los Mundiales por los cinco lesionados del bando italiano y siete del español. El desempate se juega al día siguiente, el 1 de junio. Eduardo Teus tomó la decisión de hacer debutar a “El Gordo”. Éste recurrió a toda su habilidad y desparpajo para no acabar malherido como sus compañeros en la víspera. La suerte no estuvo a su favor y el árbitro no dio por válidos los dos goles que logra hacerle a Combi.
Tras la cita mundialista, sería convocado un par de veces más para los amistosos frente a Portugal. El de Avilés hace uno de los dos goles del empate en Lisboa y colabora de manera muy activa en la goleada, 5-1, que se produjo en San Mamés. La Guerra Civil hizo de verdugo en su trayectoria internacional, impidiendo que el mejor jugador que hasta entonces había dado el Sevilla, sin contar a Spencer, muerto a la edad de 28 años en 1926 y del portero Guillermo Eizaguirre, que se topó con Zamora, luciera la camiseta nacional en más ocasiones de las que lo hizo.
El pasado y el futuro del sevillismo quiso unirse en el presente cuando Campanal pasó a llamarse Campanal I debido a que su sobrino también destacó como futbolista, Campanal II. Eran finales de los años cuarenta y el Sevilla FC pasaba por ellos sin destacar. Necesita una revolución que llegaría al banquillo con nuevos e importantes jugadores que se convierten en piezas angulares de un equipo que se queda a un paso de obtener un nuevo título de Liga.
El 2 de abril de 1950 el sobrino del que en aquel momento era técnico del equipo, hace su debut oficial con la camiseta del Sevilla en Nervión y ante Universidad Católica de Chile. Aunque el resultado fue favorable para los locales, lo realmente destacable de dicho encuentro fue que el sevillismo tenía delante suya un nuevo jugador con el que identificarse gracias a su carisma, fuerza y raza, tanto dentro como fuera de los campos.
Marcelo Vaquero González del Río (13 febrero 1931) fue un deportista único a la vez que precoz. Con tan solo doce años practicaba una veintena de deportes. Entre ellos no podía faltar el fútbol al formar parte de diversos equipos de su barrio y de su colegio. Con quince años se federa y comienza a jugar en el Elemento de San Cristóbal. De ahí al Cabayedo para pasar al Avilés en la temporada 47-48.
A Sevilla llegó por recomendación de su tío y fue inscrito como aficionado en el Coria, donde le reconocen como Vaquero. Tras un breve paso por el Sevilla amateur se marchó cedido al Ilitugi donde le bautizan con el apodo de Campanal II. Su regreso a la ciudad hispalense fue definitivo, defendiendo sus colores durante 16 temporadas. Su carrera estuvo plagada de títulos, llegó a ser internacional y mundialista. Sobre el césped era un jugador contundente. En sus mejores actuaciones se decía de él que era el mejor defensa de Europa. Otros, por el contrario, opinaban que simplemente se trataba del más duro. Y no les faltaba razón. Tras un encuentro con el Oporto terminó en la comisaría por agresión a un jugador portugués. A este incidente hay que añadir su famoso y accidentado episodio con el madridista Marsal en la Copa de Europa de la temporada 1957-58, por el que fue expulsado. El Real Madrid, que en otro tiempo quiso hacerse con sus servicios, al igual que el Milan, le tenía vetado. Con todo, este central marcó una época en el Sevilla y muy joven fue capitán de la selección española. Un genuino representante de la furia española.
Cuando decidió colgar sus botas enfocó su carrera como entrenador del Ensidesa y en 1979 creó un gimnasio con su nombre. A pesar de su edad, sigue muy ligado al deporte. De hecho, en junio de 2004, en Sevilla, logró cinco medallas en el Campeonato de España de deportistas mayores de 70. Un ejemplo de constancia, afición y amor por el deporte, algo propio e innato en la familia Campanal.