El milagro japonés de 1968
Los japoneses lograron ganar una medalla olímpica en fútbol

Los Juegos Olímpicos de México 1968, representan un extraordinario punto de inflexión en la historia del olimpismo. La matanza de la plaza de las tres culturas, el legendario salto de Beamon, o la puesta en escena de un innovador de la técnica del salto de altura como Dick Fosbury, contribuyeron a hacer de la cita organizada por los aztecas, un acontecimiento especial.
Nos centraremos en el torneo de fútbol. Ese gran olvidado y damnificado del deporte olímpico. Escenario de nobles batallas desde que a principios del siglo XX, fuera incorporado al programa oficial de los juegos. El fútbol olímpico pasaba por tiempos difíciles en 1968. El COI se planteaba seriamente su eliminación del calendario oficial. El espíritu del amateurismo chocaba contra el sentido de competitividad real del torneo. Una política que beneficiaba a ciertos países, que podían alinear equipos de mucho más potencial que los rivales que en teoría representaban al profesionalismo.
El torneo de fútbol de México 1968, será recordado por la proeza del fútbol japonés, que consiguió una medalla por primera y única vez en la historia de los Juegos olímpicos. Lo cierto, es que el equipo del sol naciente no partía como uno de los favoritos en el campeonato. En 1964 habían conseguido llegar hasta los cuartos de final, donde fueron eliminados por la potente selección de Checoslovaquia. Este hecho fue atribuido a que los japoneses eran los organizadores de los juegos, por lo que nadie pensaba que cuatro años más tarde conseguirían la gesta de llevarse una medalla.
El sorteo de la primera fase les situó en un grupo muy complicado. Brasil y España deberían clasificarse sin problemas ante las dos cenicientas, una venida de Asia, Japón, y la otra de África, Nigeria.
Brasileños y españoles se enfrentaron en el majestuoso estadio Azteca de la capital mexicana el 14 de Octubre de 1968. Pepe Santamaría se había llevado 19 jugadores a los Juegos. 3 futbolistas del Real Madrid, (Toni Grande, Gerardo Ortega y Francisco Espíldora), 3 del Rayo Vallecano (Gregorio Benito, Andrés Mendieta y José García), 2 futbolistas del Sabadell (Garzón y Fernando Ortuño), 2 del Córdoba (Crispi y Rafel Jaén), Pedro Valentín del Atlético Cataluña, Igartúa del Athletic de Bilbao, Ochoa del Espanyol, Sala del Girona, Asensi del Elche, Alfonseda del Condal, Barrios del Tenerife, Juan Fernández del Ferrol y Ciáurriz del Plus Ultra.
La selección no pudo comenzar con mejor pie su andadura; ganaron a la "canarinha" gracias a un gol de Fernández. En el otro partido del grupo, un futbolista emergería para guiar a Japón en la búsqueda de un sueño, Kunishige Kamamoto.
Kamamoto había nacido en Kioto 24 años antes de los juegos de México. Siendo estudiante de la universidad, había representado a su selección en Tokio 1964. Era un delantero muy potente que anotó 55 goles en 61 encuentros con la camiseta de la selección nacional. Para muchos, es el mejor futbolista japonés de todos los tiempos, y en aquella cita olímpica, tuvo el honor de ser el máximo goleador de la competición.
En el debut de Japón, vencieron 3-1 gracias a un triplete del gran Kunishige Kamamoto. La gran proeza nipona llegó en el segundo encuentro ante Brasil. El empate a uno final, fue posible gracias al tanto de Watanabe, un hombre con una historia especial, ya que tenía nueve años cuando la bomba atómica había caído sobre su ciudad, Hiroshima. El destino había llevado al delantero a triunfar en la competición que propugnaba la paz mundial, bajo el espíritu de la "tregua olímpica".
España y Japón se enfrentaron en el tercer encuentro del grupo. Una selección española ya clasificada y repleta de suplentes, no pudo ganar a los japoneses. Este hecho, ayudado por la ineficacia de los brasileños ante Nigeria (empataron a tres), hizo que el equipo entrenado por Shun-Ichiro Okano se clasificara brillantemente para los cuartos de final.
En la ronda de los ocho mejores, los enfrentamientos estaban servidos: México-España, Francia-Japón, Hungría-Guatemala y Bulgaria-Israel.
Los mexicanos temían a la selección española, por ello se tomaron el enfrentamiento ante el equipo de Santamaría como una final anticipada. Los locales quisieron realizar una encerrona a los españoles y trataron de cambiar la sede del partido. En principio debía disputarse en Puebla (Donde finalmente se jugó), pero intentaron que el COI les permitiera jugar en el estadio azteca de la capital, para crear un ambiente más infernal.
Sin cambio de sede, el encuentro se jugó en la sede prevista de Puebla, donde 35.000 espectadores presenciaron la victoria de su selección ante una irreconocible España. México era un buen equipo que contaba por ejemplo con Luís Regueiro Urquiola, hijo del mítico Luís Regueiro que triunfó con la selección española en los años treinta, y que emigró al país centroamericano cuando estalló la guerra civil. El partido transcurrió sin la violencia prevista, hasta que a falta de pocos minutos, Gregorio Benito entró salvajemente al futbolista local Albino Morales, que tuvo que ser sacado a hombros del estadio, cual torero triunfador.
Japón siguió su recorrido batiendo a Francia en el Azteca. Dos goles de Kamamoto y otro de Watanabe, firmaron el heroico pase a las semifinales del cuadro del sol naciente. Una vez allí, el rival que se encontraron era demasiado fuerte para las esperanzas japonesas. Nada menos que la selección húngara de Fazekas, Nagy y Dunai. Los europeos no dieron opción y aniquilaron a su rival por cinco goles a cero. Hungría ganaría el oro sin oposición. Pero todavía restaba la gran sorpresa futbolística de los juegos… 105.000 espectadores abarrotaban el estadio Azteca el 24 de Octubre de 1968. Todavía sigue siendo el mayor registro de asistencia alcanzado en un partido olímpico. México y Japón se jugaban la medalla de bronce en la final de consolación del campeonato. Los mexicanos había vivido el torneo con muchísima pasión, ajenos al desconcierto que se vivía con este deporte en los fueros internos del COI. Japón parecía haberlo hecho todo en el torneo y pocos, podían apostar por una victoria ante el equipo local.
Kamamoto hace el milagro y logra con sus dos goles una machada equiparable al Maracanazo mundialista de 18 años antes. Obviamente, en una competición de mucha menor importancia, pero con la consideración de liderar el milagro japonés. Estos fueron los hombres que llevaron la única medalla olímpica en fútbol para Japón en toda la historia…
Yokoyama - Katayama, Yamaguchi, Kamata, Mori - Ogi, T.Miyamoto, Watanabe - Kamamoto, Matsumoto, Sugiyama.
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