Real Madrid vs FC Barcelona: El último clásico en una eliminatoria de copa
Real Madrid y Barcelona han jugado en casi todas las competiciones posibles en los últimos años. El turno llega ahora para la Copa del Rey, donde se enfrentaron el pasado año en la final. No obstante, el 30 de Enero se cumplirán 15 años de su última confrontación en una eliminatoria a doble partido en la competición del KO.
La temporada 1996-97 fue un ejercicio especial. Por primera vez en la historia, los campos españoles se llenaron de extranjeros procedentes de todos los rincones del planeta. El caso Bosman cambió la forma de entender el fútbol y su mercado. La posibilidad de alinear a cualquier futbolista comunitario sin la necesidad de estar sometido a ninguna restricción abrió la veda.
Por un lado el nivel de la liga se resintió favorablemente, la llegada de talentos foráneos alimentó el potencial de los clubes grandes, pero también se abrieron las puertas a futbolistas que no poseían la calidad suficiente para arrebatar la titularidad al jugador español. Aquella fue la gran polémica de aquella temporada. Los jugadores españoles se sentían gravemente ofendidos por los fichajes de hombres como el italiano Longui o el alemán Kientz, ejemplos de la locura comunitaria que se vivió por aquellos tiempos.
El inicio de aquella 1996-97 tuvo un nombre destacado; Ronaldo se convirtió en la auténtica figura de una liga, que vivía su último año con el formato de 22 equipos en la competición. Ronaldo maravilló con su gol en Santiago de Compostela o sus tres tantos frente al Valencia en el Nou Camp. La afición culé contemplaba orgullosa como el carioca había conseguido abanderar el primer proyecto de la era post-Cruyff, y lo que es más importante, el nivel competitivo del equipo parecía haber subido un pistón en calidad.
En el otro vértice del campeonato se situaba el Real Madrid más ambicioso de los últimos años. El club presidido por Lorenzo Sanz había tocado fondo la temporada anterior, cuando tras un final de liga lamentable no consiguió ni siquiera clasificarse para la Copa de la UEFA. Fabio Capello llegó desde Milán para rescatar la ilusión en la casa blanca, pero no lo hizo solo. Al Real Madrid llegaron los mejores jugadores de la temporada anterior. Los balcánicos Davor Suker y Pedrag Mijatovic formaron una delantera letal en la capital de España. Detrás de ellos, la liga española quedó impresionada por el rendimiento de un gallo de pelea nacido en Surinam, Clarence Seedorf, y por encima de todos, con la gran revelación del campeonato con permiso de Ronaldo, su compañero en la selección “canarinha” Roberto Carlos.
Real Madrid y Barcelona se destacaron en la clasificación muy pronto. En un torneo en el que el actual campeón, el Atlético de Madrid, pensaba más en llegar lejos en la Copa de Europa que en revalidar su doblete y con un Valencia que volvía a navegar por los submundos tras el cese del técnico que le había hecho soñar, Luís Aragonés.
El sorteo de la copa del rey nos regaló un clásico entre los dos equipos más fuertes del país. El partido se convirtió en una guerra mediática y deportiva en los días previos, pero un asunto cobró especial protagonismo…¿Quién era mejor, Ronaldo o Raúl?, o dicho de otra forma, el debate se convirtió en ¿El producto nacional está a la altura del foráneo?
La polémica había nacido doce días antes del enfrentamiento copero. El Real Madrid firmaba una actuación desproporcionadamente buena en el estadio Vicente Calderón de Madrid. Ganó el derbi madrileño por 1-4, mientras un hombre se convertía en el nuevo héroe del madridismo, Raúl González Blanco. Anotó dos goles, uno de ellos de una calidad muy similar a los que había firmado Ronaldo en sus primeros meses.
Las comparaciones se iniciaron, y se llegó a hablar del precio real de mercado de los dos futbolistas. De Ronaldo se escribía que era un genio. Poderoso, rápido y letal en el uno contra uno. Raúl abanderaba al futbolista nacional, la frase, “si se llamara Raulinho costaría el doble“, se convirtió en un icono de los seguidores del delantero madrileño.
Con las espadas en todo lo alto se presentaron los dos contendientes en el estadio del Fútbol Club Barcelona. En juego, mucho más que el pase a los cuartos de final de la Copa del rey. El Barca disponía de toda su artillería, el discutido Baía bajo palos, la defensa que miraba siempre adelante, Blanc, Nadal y Sergi, dentro de un esquema de centro del campo a arriba en el que casi no existía la separación de líneas. El renacido Luis Enrique, el incisivo Luis Figo y el crack mundial que estaba apoderándose de todos los premios, Ronaldo.
El Real Madrid era un equipo con el sello de Capello. Donde los futbolistas no eran felices, pero que con resultados y trabajo se habían ganado el respeto de la grada del Santiago Bernabeu. El sobrio Bodo Illgner aportaba la seguridad necesaria que necesitaba el cuadro de don Fabio en la portería. Un recién llegado Panucci, se adaptó rapidísimamente a la sobria línea defensiva madrileña comandada por Fernandoo Hierro y Rafael Alkorta.
Fernando Redondo y Seedorf formaron una de las parejas que mejor se entendieron en el fútbol español. La delantera del Real Madrid se definía con una palabra que comenzó a estar de moda en la prensa de aquellos años: pegada. Mijatovic, Suker y Raúl formaron una sociedad que terminaría alzándose con el título de liga y la ansiada Copa de Europa en menos de dos años.
El Barcelona golpeó muy pronto gracias al acierto de Ronaldo. Los de Capello no se amilanaron y se lucieron en el Nou Camp. Remontaron el choque y consiguieron ponerse por delante con un cabezazo de Fernando Hierro mediada la segunda parte. Con el Barcelona en estado comatoso, Miguel Angel Nadal salió de su letargo para marcar con un lanzamiento de falta raso. El mallorquín aprovechaba a veces su duro disparo para intentar sorprender a los porteros rivales. Otro carioca mágico ese año, Giovanni, encendió el Nou Camp con el 3-2 final. Ventaja mínima para un Barcelona que lo pasaría muy mal en Madrid a tenor de los visto en el partido de ida.
Robson planteó un encuentro con un esquema muy conservador en la visita al Santiago Bernabeu. Un par de meses antes, había salido derrotado del feudo de la castellana en el campeonato nacional de liga. Esta vez, la jugada le saldría redonda al inteligente técnico inglés, que conservó el empate hasta que a falta de 20 minutos para el final, Roberto Carlos introducía un balón en su propia portería, era la tumba para el Real Madrid de Capello, que a partir de ese día pensaría única y exclusivamente en la liga. En un final victorioso que le dejaría como vencedor moral de la temporada, a pesar de los tres títulos del Barcelona.
Suker empató el partido de penalti, pero no hubo tiempo para más. El Barca ganó aquellos dos asaltos de fútbol copero. Volverían meses después al Santiago Bernabeu para alzarse con el trofeo de campeón en una final de leyenda ante el Betis.
En el banquillo culé se sentaba Mourinho como ayudante, 15 años después, una eliminatoria copera vuelve a presentarse en el horizonte de los dos transatlánticos del fútbol español.