98. Gabi Popescu. Gatillazo del bombardero

Se fichó por su potencia y disparo y se fue por su nivel

Gabi Popescu llegó a la Liga española a base de pelotazos, su presentación con el Salamanca fueron golazos de media distancia que pronto llamaron la atención de los clubes grandes. El Valencia, enamorado de las prestaciones de Adrian Ilie, un compatriota rumano que llego de la innominia, para ser el protagonista de la parte final de la Liga 1997-98, se convirtió en el paradigma de lo que el club buscaba. Un futbolista desconocido, virtuoso, rentable, barato y que deslumbrara al mundo. No pudo ser.

La época de los rumanos

Al Valencia le hizo más mal que bien la gran temporada y media que hizo Adrian Iilie. El descubrimiento del talento centroeuropeo, unido al gran mundial que habían hecho los rumanos en 1994, hicieron pensar a muchas secretarías técnicas, la del Valencia en concreto, que en Bucarest y alrededores estaba la piedra filosofal del fútbol. Ranieri ya había instaurado definitivamente un juego de potencia y velocidad para su ataque, y el Valencia se lanzó a la caza del talento rumano.

Su segundo objetivo, después de haber concretado la firma de Adrian Ilie, (más tarde llegaría el hermanísimo, Sabin), fue la contratación de Gabi Popescu. El perfil que se buscaba era un jugador algo más poderoso que Morigi, el polivalente (por decir algo) futbolista argentino que llegó un año antes. Popescu, que había llegado desde Craiova, ciudad del suroeste rumano, hermanada con Valencia, se presentó en la Segunda División española a base de grandes goles con potentes disparos en El Helmántico.

El Valencia lo firmó y le buscó acomodo en su once titular. Empezó entrando en un sistema donde el 1-4-4-2 estaba muy claramente definido. Popescu empezó operando como interior derecho, pero su aportación al equipo era prácticamente intrascendente. El Valencia no utilizaba las bandas para jugar al fútbol. Si acaso para aprovechar las subidas sorprendentes de Angloma, mientras Carboni cerraba práciticamente en una línea de tres. El ataque del Valencia era el vértigo, transiciones velocísimas a sus dos puntas, Piojo e Ilie.

Poco a poco, su presencia en el centro del campo valencianista fue siendo residual, y más todavía cuando Ranieri, entendió el equipo concebido con un descarado sistema defensivo de tres hombres atrás. Popescu, al igual que Schwarz, fueron dejando paso a los Farinós, Milla y Mendieta en el centro del campo para dejar los carriles a Angloma y Juanfran. Carboni pasó a formar parte de una defensa definitivamente de 3. Popescu alternó alguna presencia en esa posición de volante, pero nunca llegó a cuajar un gran partido. Sus imprecisiones en los pases y sus desviadísimos chuts le valieron el pasaporte para el Numancia la temporada siguiente. Lo hizo, eso sí, como campeón de la Copa Intertoto y Campeón de la Copa del Rey con el Valencia.

Ni siquiera en Soria fue un futbolista trascendente y tuvo que volver a Rumanía donde acabó sus días como profesional, no sin antes tener un paso decoroso y algo más lucido en la Liga coreana.

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