El Boxing day más triste
Tras el desastre de Heysel el fútbol inglés entró en depresión.

El Boxing day es un día de confraternización. La gente de las islas británicas se convierte por unas horas en conductores de paz y felicidad, incluso las clases altas tratan de solapar sus fortunas dirigiendo regalos y comida jugosa a los más necesitados.
El Boxing day es el día del fútbol en Inglaterra. Niños de todas las edades acuden en masa al estadio, donde el terreno de juego ofrece un espléndido tapete en el que lucir el regalo que el deporte ofrece a sus más fieles seguidores. Las estrellas de los mejores clubes del país, se muestran abiertos a compartir con las familias uno de los momentos más especiales del año; Papa Noel reparte chocolate mientras rueda la pelota de la Premier.
En 1985 se vivió uno de los Boxing day más dolorosos de la historia. El fútbol británico había tocado fondo unos meses antes, debido a la mayor plaga endémica que jamás ha asolado al fútbol de las islas... el "Hoolliganismo".
Cada 26 de Diciembre es un momento para disfrutar. Londres, Manchester, Liverpool o Birmingham se engalanan para recibir al fútbol. Pero en 1985, la conciencia humana se presentaba como una oscura pesadilla que no permitiría disfrutar del día grande.
El aficionado británico se sentía más sucio y aislado que nunca. El deporte que inventó y del que más orgulloso podía sentirse un habitante de las islas, había conseguido también avergonzar a toda una nación. El fútbol se había teñido de rojo, y no precisamente del color carmín del Nottingham Forest o el Liverpool, que habían dominado las competiciones europeas en años precedentes. La sangre italiana había sido derramada sobre las gradas del señalado para siempre, estadio belga de Heysel.
29 de Mayo de 1985, 20:15 horas. El balón va a ser puesto en movimiento. Liverpool y Juventus lucharán por conquistar la Copa de Europa. En ese mismo instante, el comentarista de la televisión italiana anuncia que narrará el partido de la forma más aséptica posible. La televisión alemana cortó la retransmisión del encuentro al inicio del mismo. El tartán de la pista de atletismo es ocupado por dos protagonistas opuestos; por un lado la Copa de Europa que había llevado hasta Bruselas a 60.000 espectadores, y por otro, tendidos en la pista los cadáveres de los 39 fallecidos que no vieron comenzar jamás aquella final.
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Europa culpa a los seguidores del Liverpool; las especulaciones sobre la responsabilidad de la tragedia se disparan. La policía belga o la respuesta de los indignados seguidores italianos(alguno de ellos armado), no salen bien parados. El fútbol británico toca fondo, "su fiesta" se ha convertido en funeral. La elegancia y el señorío británico ha sido enterrado gracias a la actitud de un grupo de gamberros que poco tienen que ver con la esencia del fútbol inglés.
Europa acusa de excesiva tolerancia de los británicos hacia el " hoolliganismo". La primera ministra del Reino Unido, Margaret Tatcher, se reúne en comité de urgencia con todas las partes implicadas. La federación inglesa se adelanta a otros estamentos y decide retirar a todos sus clubes de las competiciones europeas del año siguiente. El Liverpool, el Everton, el Tottenham, el Manchester United, el Southamptom y el humilde Norwich City (que había ganado la Copa de la Liga el año anterior y tenía una plaza para jugar la UEFA), no disputarán competiciones internacionales.
Tiempo más tarde, las grandes organizaciones futbolísticas no solo ratificarán la expulsión, sino que firmarán que la medida sea indefinida. Como dijo el presidente de la Football Association, "pueden ser cinco o diez años, pero será el tiempo suficiente para intentar poner en orden nuestro fútbol".
Una semana después de la tragedia, aparecía un proyecto de ley que tenía como objetivo prohibir las bebidas alcohólicas en los estadios. Con muchos clubes ahogados por las deudas y la imposibilidad de competir fuera de las islas británicas, el fútbol inglés tenía ante los próximos años la obligación de reformar sus entrañas. Se podría decir más bien, la necesidad de curar su herida de muerte.
Aquel Boxing day de 1985 se inició con las conciencias vivas. La fiesta de los niños resistía el recuerdo de aquellos pequeños y mayores que perdieron lo más preciado que tenían en Heysel. El Manchester United de Ron Atkinson llegaba como líder en solitario a aquel 26 de Diciembre. Los diablos rojos aspiraban a conseguir el título de campeón de Inglaterra tras casi 20 años sin hacerlo. Pero una derrota en Goodison Park por 3-1 frente al Everton de Gary Lineker (que terminaría la temporada liderando la tabla de goleadores, antes de ser traspasado al Fútbol Club Barcelona), supuso un duro presagio de lo que ocurriría a final de temporada. El Liverpool, triste protagonista del año, perdió su duelo navideño ante el Manchester City, pero una espectacular remontada le condujo de nuevo hacia el título.
El primer Boxing tras la expulsión de los clubes ingleses. El inicio del cambio del fútbol inglés; una transformación que terminaría de hacerse realidad tras la tragedia de Hillsborough de 1989 y el posterior Informe Taylor. El nacimiento de la Premier League y su expansión internacional han devuelto al fútbol inglés al lugar que le corresponde. Probablemente nunca volvamos a vivir una decadencia como la de los años ochenta, ni un Boxing Day tan triste.