La entereza de Vicente Iborra
Jugó ante el Sevilla tras perder a su hija.
Quizás sería redundante hablar del concepto familiar que vive dentro del Levante. Un equipo que tras su espectacular inicio de temporada ha sido objetivo de cientos de reportajes de todo tipo en donde el aspecto humano es el que más ha sorprendido dentro de un fútbol tan megaprofesionalizado como el que se ve muchas veces en la Liga.
Y como en todas las familias, las desgracias provocan momentos duros, en los que te puedes llegar a cuestionar todo, pero que sacan a relucir la bondad de los que te quieren en las buenas y en las malas, para salir de ese duro trago con más fuerza que la que tenías antes. Y eso pasó ayer por la tarde en el Ciutat de València con Vicente Iborra.
El canterano levantinista perdió el pasado jueves a su hija Alma, tras un parto prematuro y cuatro días de lucha. Justo en su mejor momento profesional, la vida le bendecía con la llegada de un bebé que no podía más que llenar de más alegría su vida y la de su familia. Sólo los que ha vivido algo así pueden hablar del sufrimiento y el dolor que una situación así llega a producir. Los que tienen hijos pueden llegar a imaginar y el resto, tal vez, no sepan aún lo que está pasando Iborra y su familia.
Pero el jugador quiso apoyarse en lo que él mismo ha definido como 'otra familia': sus comapeñeros. Quiso entrar en la lista de convocados para jugar ayer contra el Sevilla y tuvo la fuerza para jugar los minutos finales y arrimar el hombro para conseguir una victoria que desde luego no fue fácil.
el equipo se lo agradeció. Y no sólo con el minuto de silencio inicial y los abrazos tras el mismo. El minuto diez animó a la grada a darle más cariño a Iborra y el gol de Nano sumó uno para el Levante, pero fue para Alma.
Vicente quiso agradecer tanto cariño jugando los minutos finales, con el público llevándolo en volandas en su misión de apuntalar la victoria. Incluso buscó el gol acompañando alguna contra. De no haberse conocido, nadie habría adivinado lo que le había pasado al 10 del Levante, porque su entrega fue la habitual en este año.
El fútbol vuelve a dar una buena muestra de que es algo más que un juego, y no hablamos de un sentimiento de patria chica o de una manera de dar escape a las pequeñas resignaciones cotidianas. Sino un punto de apoyo, un inicio empático que ayuda a desconocidos a pasar malos momentos o a compartir alegrías.
Descansa en paz, Alma.