Erik Lamela, entre el descaro y la soberbia

Sacó de sus casillas a un compañero nuevamente

Una de las noticias de la jornada en Italia ha sido la sanción de diez días que se le ha impuesto al italo-argentino Osvaldo por abofetear a su compañero Lamela tras la derrota ante el Udinese el pasado viernes en uno de los partidos más interesantes del Calcio.

Pero lejos de centrar el debate en el carácter del ex delantero del Espanyol, de nuevo las miradas se dirigen hacia Lamela, quien dicen, tuvo un desencuentro con Osvaldo sobre el campo que terminaron resolver en el vestuario.

Y es que Lamela, de puertas para afuera, no parece haber digerido bien la fama en cuanto a que de cara a sus compañeros, debe de justificarla cada día trabajando. Desde que saltó a la fama mundial por la pequeña disputa entre River y el Barça por su 'fichaje' cuando era un niño, todos sabíamos que estábamos ante un jugador que tarde o temprano estaría en la élite, pero para el jugador, no sabemos si por falta de madurez o por un asesoramiento incorrecto, esa historia le parece dar unas tablas para no respetar ciertos códigos de vestuario.

En el 'Millo' tuvo disputas con Ortega y con Ferrari por motivos tan pueriles como recriminar un pase o alguna tarea durante los entrenamientos. Pero quizás uno de sus episodios más extraños lo vivió en su último Estudiantes - River donde recibió varias patadas. Después del partido se fotografió enseñando las marcas de esas entradas lo que sentó mal a muchos colegas de profesión y le creó una mala fama, de jugador débil, dentro del fútbol argentino.

Por suerte para él, sus actuaciones y sus goles, hasta antes del dramático descenso volvieron a asociar su nombre junto a términos como 'futuro', 'proyección' o 'clase' permitiéndole una salida digna (y polémica) hacia el fútbol europeo para ser una de las caras de la Roma de Luis Enrique.

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Y a pesar de que su rendimiento deportivo sin haber alcanzado su tope sí que está siguiendo una progresión esperanzadora para poder ver a Erik confirmando lo que muchos esperan de él, se está viendo que todavía queda con él cierto trabajo psicológico (incluso psicopedagógico) a la hora de hacerle más parte de un todo que una grandísima individualidad. Luis Enrique no es tonto, y si bien sabe que debe castigar a Osvaldo por no controlar las calenturas que provoca una derrota, es consciente de que el argentino tiene mucho que demostrar aún para poder hablar con esa soberbia que se le adjudica a la hora de hablar sobre el campo. ¿Os imagináis quejándose de Totti públicamente por no darle un balón?

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