Sudáfrica 2010: Un día de locos
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Uno de los tópicos más comunes que suelen encontrarse a la hora de afrontar el desarrollo de un Mundial es que en estos momentos "llega lo más lindo". Lugar común hecho y derecho, hoy se ha hecho carne por completo para regalarnos una jornada inolvidable por donde se la mire. Dos partidos de cuartos, dos desarrollos diferentes, cuatro equipos totalmente distintos, pero un cúmulo de emociones como todavía no nos había tocado durante Sudáfrica 2010. Así, en este glorosio día futbolístico, pudimos presenciar varios acontecimientos. El primero de ellos fue realmente notable: contra todo pronóstico, e incluso desmintiendo todo lo que se había visto en los primeros 45 minutos, el máximo candidato a quedarse con esta Copa y el equipo que mejor había jugado se ha vuelto a casa. Y, por otro, un clásico equipo de camiseta celeste vuelve a sus andanzas 40 años después. Y con un final que debe haber dejado a varios al borde del colapso cardíaco.
El pitazo final del correcto japonés Nishimura en Port Elizabeth dejaba ver rostros desconsolados, caras de no entender lo que estaba sucediendo y, por sobre todas las cosas, a un equipo hundido. Realmente costaba creer que el marcador señalara que Holanda había derrotado a Brasil por 2-1 visto y considerando lo que había sucedido en la primera mitad de dicho encuentro. La verdeamarela de Dunga, esa que tan criticada había sido previo a Sudáfrica 2010, le estaba dando una auténtica lección de fútbol práctico y moderno a los de Van Marwijk. Pero quizás se quedó corta en el marcador, quizás no supo administrar bien sus emociones, quizás podamos seguir buscando excusas. Lo cierto es que un gol en propia puerta de Felipe Melo (el primero que se marca la canarinha en la historia de los mundiales) lo dejó fuera del partido. Costaba creer que ese equipo arrollador y totalmente seguro de sí mismo de la etapa inicial fuera un manojo de nervios y le permitiera creer a su rival en sus -pocas- posibilidades. Pero si nos gusta tanto el fútbol es por cosas como estas, ¿no? Sneijder, Robben, Kuyt y un tan descomunal como bilardista Van Bommel hicieron el resto. El equipo con más oficio terminaba desquiciado y destemplado, volviéndose a casa cuando parecía que la Copa se quedaba definitivamente en la CBF.
Lo que nos ofrecieron posteriormente Uruguay y Ghana, otros de los dos muy buenos equipos que nos ha dejado esta competición, tampoco se quedó atrás. No hubo tanta diferencia, para nada. Simplemente los africanos tomaron su ventaja y no pudieron mantenerla ante un equipo que, seguramente, lidera por robo la tabla del amor propio en esta competición. Y que, además, tiene a ese crack que es Diego Forlán. La prórroga se hizo presente y con ella los nervios también. La última jugada es para Ghana: centro de Pantsil al área, varios rebotes, alguien conecta y Luis Suárez, al que no le queda otra, se disfraza de portero. El reloj marcaba minuto 121: penalti para Gyan Asamoah; la gloria o la tanda. El travesaño. La tanda. Los goles uruguayos, las paradas de Muslera y la definición de Abreu a lo Panenka. Conociéndolo bien al "Loco", estaba segurísimo de que lo iba a hacer. Me extraña que nadie le pasara el dato al portero ghanés. La cuestión es que dejó una imagen para la posteridad.