Eliminatorias Sudáfrica 2010: España e Inglaterra, dos potencias que dirán presente
Estaba clarísimo, no podían faltar ni España ni Inglaterra al próximo Mundial de Sudáfrica 2010. Países poseedores de las dos mejores competiciones a nivel global, que su clasificación hubiese estado en duda sería, cuanto menos, una paradoja de este fútbol actual que puede llegar a deparar cualquier cosa. Finalmente, tanto los de Del Bosque como los de Capello, dos ex madridistas devenidos en seleccionadores, no tuvieron demasiados problemas en sus respectivos grupos como para conseguir su sitio en el sur del continente africano. Demás está decir, los dos tienen la obligación moral y futbolística de ser candidatos el próximo año.
Luis Aragonés se despidió de la selección española con mucho más que un título. El "Sabio de Hortaleza" legó, en cierta forma, un estilo de juego del que España podía sentirse orgullosa y que, por otra parte, era el que le venía como anillo al dedo a los magníficos jugadores de, quizás, la mejor camada de futbolistas que ha dado la rojigualda en su historia. La misión no era tan complicada para el bigotón Vicente del Bosque: darle continuidad a la herencia de la Euro 2008, actualizando piezas, dándole sitio a nuevos nombres que lo pedían a gritos. Sin apartarse demasiado del guión, aunque disminuyendo acaso lo florido y fluido del fútbol que se vio en Austria y Suiza, la roja ya tiene su sitio ganado.
Ahora toca la parte más difícil: vencer el karma histórico que esta selección tiene en los mundiales. La Copa del Mundo y España no son dos palabras que se lleven bien juntas. Pero, ahora más que nunca, esta generación de jugadores ha demostrado sobradamente que tiene capacidad de competir. Y de hacerlo jugando muy bien al fútbol. Solo le resta a Del Bosque no cometer errores básicos y trabajar sobre la moral y el convencimiento de que se puede más que nunca ganar un Mundial. No resultará fácil. No es sencillo quitarse tamaña cruz de encima, pero se sabe que con trabajo y apostando a la línea dejada por Aragonés, la copa puede estar al alcance de la mano.
Yendo hacia el otro costado, nos encontramos con Inglaterra, una selección que pasó de quedar eliminada casi de forma vergonzosa de la pasada Euro a clasificar al Mundial casi sin despeinarse. Lejos de estridencias, como siempre se caracterizó, Fabio Capello tiene la misión de dotar de gen ganador a un combinado que, a excepción de aquel polémico Mundial del 66, nunca ha podido demostrar de forma sólida que forma parte de la indiscutida elite del fútbol internacional.
Quizás no cuente con una plantilla enormemente equilibrada y con jugadores en todas las líneas. Pero sí que tiene un equipo como para competir con cualquiera, amén de jugadores diferenciales que más de uno quisiera tener entre sus filas. El dilema del portero ha sido eterno desde Gordon Banks en adelante. Porque, seamos sinceros, Peter Shilton era un menudo paquete como portero, ni hablemos de Seaman y sucedáneos. La pareja de centrales resulta indestructible y los laterales no desentonan. Bien, primer punto a favor de Capello: tiene una base más que sólida en donde sostenerse y ganarle a Inglaterra con él como entrenador no le resultará sencillo a nadie.
La magia aflora en el mediocampo, cuando vemos a talentos como Lampard, Gerrard o Gareth Barry jugando a la par. Por contrario, hombres como Lennon no terminan de ser demasiado convincentes. Ni que hablar de la soledad que tiene Rooney como hombre de área, acompañado de, por ejemplo, Emile Heskey. Pero Inglaterra, aún así, sabe que tiene que ir al Mundial a dar todo de sí, porque tiene entrenador, tiene una idea disciplinada de lo que quiere lograr (aunque no sea especialmente un goce estético de ver) y tendrá que reafirmarse sobre sus convicciones. Al igual que el otro clasificado al que hicimos mención anteriormente, la Copa del Mundo no le sienta bien. Pero las rachas se han hecho para ser rotas, vamos.