Fútbol argentino: Vélez gritó campeón en un partido para el recuerdo

Seguramente serán muchos los que recordarán durante bastante tiempo esta particular definición del Torneo Clausura del fútbol argentino. Ni hablar los hinchas de Vélez, que estuvieron casi todo el partido con el grito de gol atragantado para finalmente desahogarse sobre el final. Por supuesto que también los de Huracán, este dignísimo equipo, que con uno de los más bajos presupuestos de Primera división logró lo que otros ni siquiera intentaron: tratar bien el balón y dar espectáculo. Pero también todos los neutrales, los que se sentaron en sus sillones a ver una de las más atrapantes definiciones que tuvo el balompié de aquel país en los últimos tiempos. Es que no fue para menos: un encuentro en donde sucedió realmente de todo.
Huracán había llegado hasta esta definición siendo el equipo revelación total del campeonato y, muy probablemente, el que el había logrado exhibir el nivel estético de fútbol más interesante en lo que va de década. Pero Vélez no era que llegaba hasta esta última fecha jugando mal ni nada parecido. Más bien todo lo contrario: los de Gareca habían mostrado personalidad de sobra para revertir cotejos desfavorables y, además, línea por línea contaba con una envidiable nómina de jugadores para el contexto local. Sin favorito claro, el José Amalfitani de Liniers sería el marco privilegiado de una "final" del fútbol argentino que quedará en la retina de miles.
Comenzó el encuentro con los de Ángel Cappa siendo tímidos dominadores. Esta tibieza no prohibiría, de todos modos, que el "Globo" inaugurara el marcador del encuentro por intermedio de un cabezazo de Eduardo Domínguez. Todo si el lamentable Gabriel Brazenas hubiera convalidado el gol, que era legítimo. Pero allí comenzaría una tarde para el olvido por parte del colegiado. Pero lo que no sería inolvidable fue la granizada que cayó sobre la capital argentina, algo que obligó a detener el partido promediando el primero tiempo, poniéndole así un imprevisto más a este surrealista partido.
De aquel obligatorio parate salió mejor armado Vélez Sarsfield. Sabiendo que sólo la victoria le bastaba para alzarse con el campeonato, comenzó a ser más incisivo en su juego. En una de las internadas del equipo de la V, Araujo, lateral derecho de Huracán, le comete penalti al "Burrito" Martínez. La pena máxima estaría en las botas de su habitual ejecutor, el uruguayo Hernán Rodrigo López. Pero el joven Monzón se quedó con su disparo, convirtiéndose en héroe provisorio de la nublada tarde. Parece que dicha acción fue un toque de atención para los de Parque Patricios, que tuvieron en dos ocasiones el gol antes de irse al descanso. Eduardo Domínguez, inquebrantable por arriba, reventó el larguero con un testarazo, mientras que Defederico pecó de egoísta y dilapidó una interesante chance de irse al descanso con un gol de ventaja.
El segundo tiempo sería algo distinto a lo que se había visto. No precisamente por lo bueno, ya que ambos equipos fueron más nervios que otra cosa. Los minutos corrían y Vélez apretaba, pero sin demasiada claridad en los últimos metros. Huracán estaba imposibilitado de practicar su fútbol habitual, ya que Bolatti, la usina generadora de los de Parque Patricios estaba perfectamente cubierto. Para colmo, ni Pastore ni Defederico tuvieron una tarde rescatable. Así, los minutos corrían y a los de Cappa comenzaba a jugarle en contra ese empate a favor que les bastaba para lograr un título después de 36 años. Poco a poco iba refugiándose cerca de su área y cediendo cada vez más la iniciativa. Todo parecía que el empate en cero era inamovible. Pero faltaba otro episodio de la mano de Gabriel Brazenas, otro de los que no entendió que los protagonistas son los jugadores.
Primera situación: "Poroto" Cubero ingresa al área del "Globo" y se va de la marca de Arano. "Chiche" le comete un penalti como la copa de un pino al entrarle alevosamente con los dos pies para adelante. Falta digna de roja directa. El colegiado prefirió hacerse el sueco y aplicar el "siga, siga"; total, al fin y al cabo, a veces parece que estuviera prohibido pitar dos penas máximas en un mismo encuentro. Segunda situación: el portero Monzón va a retener un centro que caía sobre su área, Larrivey -delantero del "Fortín"- le comete una infracción flagrante, que le impide retener el balón. El esférico queda justo a los pies de Maxi Moralez, quien marca el gol que, a la postre, terminaría significando la conquista velezana. No estaba mal tampoco: Vélez había sido un poquitito más que su rival a lo largo del juego, pero no era esa la manera
Todavía quedaba tiempo de más: expulsión de Moralez por quitarse la camiseta estando ya amonestado, un show aparte de Ángel Cappa contra el banquillo de Vélez, incriminaciones varias de jugadores de Huracán hacia Larrivey (criado futbolísticamente en el "Globo") por cometer el "sacrilegio" de intentar marcarle el segundo gol a su ex equipo y, lo inevitable, la invasión multitudinaria del campo de juego una vez que el encuentro finalizó. Un encuentro definitivo al que no le faltó absolutamente nada. Quizás si: un poco más de juego y menos polémica hubiese sido un ingrediente interesante. Mientras a algunos les dura aún la sensación de haber sido despojados de un título que merecían, los otros celebran por todo lo alto. Estaba claro: pasara lo que pasara, el fútbol iba a estar siendo injusto con alguno de los dos.