Turín sigue siendo inexpugnable...
"La tierra de las maldiciones", presagiaban mucho antes del partido. Y no era para menos. Echar un vistazo a la historia reciente del Real Madrid en la ciudad de Turín, y más precisamente contra ese rival con quien se vio las caras anoche, no es justamente traer al presente los mejores recuerdos. Al igual que en 2003 y 2005, aunque en circunstancias mucho menos dolorosas, claro está, la escuadra blanca volvió a fracasar en el intento de traerse los tres puntos del norte trasalpino. Ni siquiera un punto que hubiese tenido gusto a más pudo acercarse para sus arcas. La Juventus -un león herido, pero no de muerte- sacó a relucir en el viejo Comunale (Delle Alpi está en remodelación) su casta y estirpe, su concentración y su eficacia, los argumentos típicamente competitivos a los que tiene alcance cualquier equipo italiano que se precie de tal.
El Real Madrid no salió con la misma motivación -o concentración- que su rival al césped. Tal es así que a la cuenta de 5 minutos ya estaba abajo en el marcador. El eterno ícono bianconero, Alessandro Del Piero, sentenciaba a Casillas con un soberbio remate. Ni la vapuleada afición turinesa se lo creía. El dolorido equipo de Ranieri conseguía adelantarse a uno de los conjuntos más en forma de toda Europa. Y lo estaba logrando en base a su entereza, su coraje, su amor propio por pelear cada balón y por estar sumamente metidos en el partido. ¿Y el Real Madrid? Lógicamente reaccionó al temprano golpe al mentón asestado por la "Vecchia Signora", pero esa capacidad revulsiva no se vio fundamentada con oportunidades claras de gol, siendo Van der Vaart -me pregunto qué tal andaría más involucrado en la faz ofensiva- el hombre que aportaba más peligro a la portería de Manninger.
El segundo período comenzó como el primero. Nuevamente parecían dos velocidades distintas las que mostraban los equipos sobre el terreno. Y una vez más lo pagó caro el Real Madrid. Amauri -interesante encuentro el del brasileño- recibió bastante solo un centro de Nedved, conectó hacia la meta y el balón se desvió en Heinze (de irregular partido) para dejar a Casillas con cara de deshazón y su portería vencida por segunda ocasión. Recién ahí fue cuando el equipo merengue recibió el mensaje del sistema nervioso central en su cerebro y decodificó la orden de reacción. Cambio de Robben por un incombustible Higuaín, Sneijder cogiendo las riendas para hacerse protagonista de la conducción y los mejores minutos de los de Schuster en el partido, donde tuvieron contra las cuerdas a una Juventus asfixiada, hasta que lograron el cometido del descuento. Nuevamente, el gol del Madrid llegó con partida de nacimiento en la ciudad de Oss, Holanda y con su protagonista más habitual, el que nunca deja a su equipo caminar solo. Pero allí se terminó todo.
La Juventus se plantó con fortaleza y dejó la vida en cada acción, la grada acompañó vitoreando cada despeje, cada corte y cada pelotazo que terminaba lo más lejos posible de la figura de Manninger. El Madrid no pudo intentar de manera clara la igualdad, aunque en cada balón parado cerca del área se intuía que podía llegar. La celebración final de Chiellini -y de todos sus compañeros- sintetizaba a la perfección lo que significaba este encuentro para la Juve: era olvidarse por un momento de la crisis de juego en la que están sumergidos, era dar un paso importantísimo pensando en los octavos, era plantar cara ante un rival de máxima categoría y también regresar a los primeros planos, exhibiendo a su afición que no han perdido la mordiente. Al fin y al cabo, son italianos.
...y El Madrigal se volvió un court tenístico
No. No se trataba de Wimbledon, Roland Garros ni de Flushing Meadows. Era El Madrigal, la casa del Villarreal, que acogió un encuentro de este deporte conocido como balompié, pero que contó con un resultado de set tenístico. Un 6-3 puede estar mucho más familiarizado para cualquier persona con John McEnroe, Vitas Gerulaitis o Ivan Lendl que con Robert Pires, Marcos Senna o Joseba Llorente. Pero lo cierto es que los términos se extrapolaron y así fue como el "Submarino Amarillo" (ya le quitamos hace rato el "sorprendente" adelante) terminó abusando de un Aalborg danés que, de todos modos, vendió bastante cara su derrota e hizo titubear a los de Pellegrini durante buena parte del encuentro.
El 2-2 con el que finalizaba la etapa inicial hablaba a las claras de los descuidos que había tenido el Villarreal contra un rival muy inferior en todo sentido, un equipo mucho más habitual de una ronda menor de Copa UEFA que de la créme de la créme. Pero, aún así, tuvo armas suficientes como para saber encarrilar la contienda. Abandona el campo un irresoluto Guille Franco para darle ingreso a Joseba Llorente y otro fue el partido. Hasta tal punto que el guipuzcoano se anotó por triplicado en electrónico. 6-3 rezaba el resultado final. Y otra goleada, acontecida en Manchester, no hacía más que traer buenas noticias: de no mediar una tragedia, el Villarreal estará en los octavos, tal como preveíamos.